JULIO ZENON FLORES
La propuesta de Reforma Energética agarró mal parada a la
izquierda mexicana, tradicionalmente partida en dos bloques, una mirando al
pasado, siempre pensando en la posibilidad de arribar a una revolución por
medio de la crisis económica y política del actual régimen, en tanto la otra,
con la mirada puesta en la socialdemocracia europea, pero sin poder aún adaptar
al entorno nacional, como en su momento lo planteara el ingeniero Heberto
Castillo Martínez.
Esta última corriente, la de los llamados “Chuchos”, que en
mucho se asemeja al PRI, que también abreva en la socialdemocracia por cierto,
si bien simpatizó siempre con la Reforma, al final no supo qué hacer, cuando
notó que estaba ganando el partido, pero perdiendo el debate ideológico ante el
lopezobradorismo, que sin estar físicamente dentro del perredismo, si estaba
teniendo una gran presencia, por la vía de los otros perredistas, los de IDN y
ADN, que comanda René Bejarano, corriente a media agua entre Morena y el PRD.
De modo que caminó con el PRI en lo de la reforma, pero
poniendo límites en cuanto a la reforma de los artículos 25, 27 y 28
constitucionales, y queriendo jugar al vivo, poniendo condiciones para avanzar
en su visión de país y modelo político electoral, logrando junto con el PAN una
reforma política y luego separándose del Pacto, y alejándose de la
responsabilidad de la Reforma Energética, para no pagar los costos políticos
que esa medida le traería al interior del partido y del espectro de la
izquierda en general. Esa salida sin embargo, no fue más que una farsa, valores
entendidos, pues ya era irrelevante si el PRD, con el control en apenas cuatro
de los congresos de los estados del país, la aprobaba o no.
Al final la reforma
energética se aprobó con una abrumadora mayoría, primero de diputados, luego de
senadores y al último de congresos locales, sin mayor problema, y mostrando una
gran capacidad política del equipo del presidente Enrique Peña Nieto.
Esa reforma por supuesto que es necesaria pues el viejo
esquema con que se maneja Pemex ha convertido en una falacia eso de que el
petróleo es nuestro. La reforma se encuadra en el nuevo orden económico
mundial, vigente desde hace decenios y en el que los mexicanos llevamos eso
mismo de retraso. La caída del socialismo demostró que los Estados como
administradores son malos y generan corrupción, castas dividas que viven a
expensas del recursos público y encima de todo, ineficientes y, por ese camino
sólo se iba hacia el abismo, nos estábamos quedando sin petróleo, sin capacidad
de reinversión y por eso los combustibles para la gente eran cada vez más
caros.
En el nuevo esquema, aunque difícilmente bajarán los
precios, como lo prometieron los priistas, tendremos al menos más opciones para
comprar gasolina, el petróleo será refinado en México y eso generarán además de
nuevas inversiones, miles de empleos nuevos y a la larga significa que el
combustible ya no siga subiendo como hasta ahora, incluyendo la energía
eléctrica.
Y la verdad, a los mexicanos qué nos importa que una bola de
corruptos como los sindicalizados petroleros se queden sin sus prebendas o que
los políticos como los hijos de Martha Sahagún sigan haciendo negocios sucios
al amparo del poder. Es mejor la apertura a las leyes del mercado. Así que,
bienvenida la Reforma Energética.
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