BAJO FUEGO
Defensa
del territorio
José Antonio
Rivera Rosales
Tal como se vislumbran los hechos desde fuera,
pareciera que la actual dirigencia del Consejo Regional de Autoridades
Comunitarias (CRAC) conduce a esa organización social directamente a un precipicio.
Desde que dirigencias mestizas arribaron a
los cargos de coordinadores de la Casa de Justicia de San Luis Acatlán, en
marzo de 2010, comenzó la debacle de la justicia indígena que surgió formalmente
en septiembre de 1995 como una respuesta organizada de las comunidades
originarias ante la delincuencia común que los mantenía bajo acoso.
Vamos por partes: desde 1992, por iniciativa
de algunos liderazgos indígenas, incipientes entonces, con respaldo de
sacerdotes de vocación progresista que se negaban a recluirse bajo los
púlpitos, comenzó una serie de consultas entre las comunidades indígenas de San
Luis Acatlán y Malinaltepec para ofrecer algún tipo de resistencia organizada a
los asaltos, violaciones y asesinatos que sufrían constantemente por parte de
delincuentes comunes, mayoritariamente indígenas de la propia región.
Ya conocemos el proceso por vía del cual en
1995 se constituye formalmente una policía comunitaria que dependía de un
Consejo Regional de Autoridades Indígenas (CRAI), el cual contaba con la
asesoría y orientación de sacerdotes de la Iglesia Católica que coadyuvaron
solidariamente con el proyecto. Este fue un largo proceso de integración social
que, mediante la aplicación de la premisa acción-error-rectificación, les
permitió construir el concepto de justicia indígena que ha llamado tanto la
atención de antropólogos, sociólogos e historiadores de dentro y fuera del país.
Con el transcurrir del tiempo, al proyecto
de seguridad y justicia se fueron integrando comunidades mestizas,
particularmente de los pueblos de raíz africana de la Costa Chica, con lo cual
el proyecto fue ganando legitimidad y adeptos.
En este proceso, diluidos entre las
comunidades mestizas, también se fueron integrando grupos ideologizados que
vieron la oportunidad de utilizar esa organización para construir su propia
base social.
Es a partir de marzo de 2010 que a la
dirigencia de la CRAC arribó un grupo encabezado por Pablo Guzmán Hernández,
activo de la vieja izquierda guerrerense, quien comenzó a darle un enfoque
primordialmente político al proyecto social de la autodefensa indígena -porque
en su origen eso era, un grupo de autodefensa popular-.
Con el ingreso del profesor Eliseo Villar
Castillo, en febrero de 2013, la CRAC terminó de perder de vista su objetivo
eminentemente social para convertirse en ariete de los grupos de la disidencia
política. La invención e ingreso intempestivo de la Casa de Justicia de El
Paraíso, a fines de 2012, permitió dar cobertura a grupos de conducta errática
y provocadora que, más que construir un proyecto social de autogestión, están
enfilados a confrontar al estado.
En agosto de 2013 el coordinador Villar
Castillo traiciona a la Casa de Justicia de El Paraíso, que meses antes había
cobijado, para entregarla a los gobiernos federal y estatal que proceden a
aprehender a sus dirigentes y militantes en una purga que se extendió a los
policías comunitarios de Tixtla, también adscritos a El Paraíso.
El caso es que la actuación de Villar
Castillo y sus coordinadores, errática y burda a más no poder, sólo revela
acuerdos inconfesables que pudieran estar vinculados con las actividades de
exploración de las mineras canadiense y otras de su calaña que lo único que
buscan es depredar sin mitigar ni, mucho menos, compartir beneficios con los
pueblos originarios o asentados desde mucho tiempo ha en esas tierras ricas en
minerales.
Para el caso vale la pena referir que el
interés de las mineras extrajeras reside en una gran veta de oro, conocida como
“el cinturón de oro” o “la faja de oro”, que nace en terrenos de la vertiente
interior del la Sierra Madre del Sur, a la altura de Campo Morado, se extiende
hasta la zona norte del estado hacia el área de Taxco, luego sigue su camino
hasta La Montaña, de donde desciende a la Costa Chica a la altura de Cruz
Grande. Es una veta tan increíble que tiene una prospectiva de explotación por
más de 200 años.
Claro que un tesoro de tal naturaleza
llamaría forzosamente la atención de las compañías mineras más poderosas del
globo que, desde luego, como acostumbran en estos tiempos de neocolonialismo,
estarían tentadas a hacer uso de las tácticas menos ortodoxas con tal de
explotar esa increíble riqueza, lo que incluye desplazar a las comunidades
asentadas sobre la superficie, como es el caso de la Sierra Madre o de La
Montaña. Por cierto, Malinaltepec, Ayutla y San Luis Acatlán, figuran entre los
municipios cuyo subsuelo es rico en oro. Quizá ello podría explicar lo que
ahora está pasando en la CRAC.
Eso por eso que, de una manera u otra, las
mineras han comenzado a hacer las exploraciones del caso para determinar la
viabilidad de proyectos gigantescos de explotación del subsuelo, con la
anuencia del gobierno de la república que por anticipado ya comenzó a repartir
concesiones a y diestra y siniestra sin consultar a los pueblos afectados, que
comienzan a agruparse para defender su territorio.
En este contexto, Eliseo Villar Castillo
parece estar interesado en facilitar la exploración de las mineras en
territorio de los pueblos indígenas, deducción que parte de que el año pasado
algunos de sus policías incondicionales fueron sorprendidos dando resguardo a
algunos técnicos extranjeros que hacían esa labor. No conforme, se embarcó en
la aventura de la compra ilegal de armas de fuego que provenían del mercado
negro, es decir, de la delincuencia.
Con estas actuaciones es natural que sus
compañeros de la CRAC tiendan a sospechar de sus vaivenes políticos pues primero
ofrece apoyo a la izquierda social y, después, pacta acuerdos oscuros con el
gobierno de Ángel Aguirre Rivero.
El principio de la defensa del territorio
será en lo sucesivo la trinchera en la que se refugiarán los pueblos indígenas,
afromexicanos y mestizos que construyen un nuevo futuro de autogestión, de
promisión y desarrollo.
Ello llevará necesariamente a una
reorganización social de la que hablaremos en la próxima entrega.
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