José
Antonio Rivera Rosales
El caso es que a Armando Ríos Piter ya lo besó el diablo.
Primero lo repudió explícitamente Andrés
Manuel López Obrador.
Después tocó el turno de expresar su rechazo
a Marcelo Ebrard Casaubon.
Por último, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano le
hizo el vacío y prefirió reunirse con el alcalde Luis Walton Aburto para
discutir sobre la eventualidad de una alianza de partidos de izquierda para
acceder a la gubernatura, coalición que de ninguna manera llevaría a Ríos Piter como candidato.
Ni duda cabe de que estamos ante un
personaje brillante, de los pocos guerrerenses que han tenido el privilegio de
estudiar un postgrado en Harvard, al igual que los privilegiados de la clase
tecnocrática que han accedido al poder desde la instalación del neoliberalismo
en México, a partir del régimen de Miguel de la Madrid -y que nos han llevado
al fracaso económico, hay que decirlo-.
Su proyecto de impulsar una alianza
comercial con los países del oriente lejano, incluida China continental además
de las naciones del sudeste asiático, se antoja formidable. Sería algo así como
la reactivación del comercio entre Acapulco y La Nao de China.
Nacido en el seno de una familia pudiente de
la Costa Grande, este hombre oriundo de Tecpan de Galeana tiene en su haber una
licenciatura en Derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM),
y otra licenciatura en Economía por el Instituto Tecnológico Autónomo de México
(ITAM).
Cuenta con dos maestrías: una en
Administración Pública con especialización en Desarrollo Internacional por la
Harvard University (Boston, Mass.). La
otra maestría es en Seguridad Nacional con especialización en Inteligencia y
Planeación Estratégica, por la George Town University (Washington, D.C.).
En el contexto de su trabajo legislativo,
destacan tres propuestas: una ley sobre seguridad alimentaria (Ley General
Estratégica Nacional de Lucha contra la Pobreza Rural y Urbana), que tiene como
propósito crear políticas públicas para que el estado mexicano enfrente
integralmente la pobreza, especialmente la pobreza alimentaria.
También es autor de una Ley de Coordinación para el Sistema Nacional de
Becas a Jóvenes, que tiene el fin de que las instituciones reorienten el gasto
público para fortalecer la formación educativa en los niveles medio superior y
superior, habida cuenta de que es en ese estrato educativo donde se produce la
mayor parte de la deserción de muchachas y muchachos debido a la pobreza. Es
decir, se trata de construir un sistema universal de becas.
La tercera propuesta está contenida en la
Ley General de Turismo, mediante la cual propone un nuevo horizonte para la
industria turística, como la tesis citada líneas arriba de acuerdo con la cual
se abriría un nuevo mercado turístico y de intercambio comercial con los países
asiáticos.
Sin duda, el contenido y proyección de las
propuestas legislativas de Ríos Piter revelan una profunda preocupación por la
ancestral pobreza en la que subsisten amplios sectores de la sociedad mexicana,
pero especialmente en los estados del sur del país -Guerrero, Oaxaca, Chiapas-,
que en conjunto totalizan unos 12 millones de habitantes en condiciones de postración
económica.
Esa preocupación de Ríos Piter por la
situación de pobreza estructural en que subsisten amplias franjas de población
lo han llevado a construir fórmulas novedosas, como las descritas líneas antes,
para combatir la exclusión social.
Pero
es la conducta política personal de Ríos Piter la que infunde rechazo, temor y
desconfianza. Primero, porque es un producto acabado de la inteligencia civil
mexicana que proviene precisamente de las filas del espionaje político del
viejo sistema priista.
En este sentido, su preocupación por
combatir la marginación social y la pobreza que, debe decirse, son dos caras de
una misma moneda, parte de un principio de pragmatismo: al combatir la pobreza
se combate, también, a la insurgencia.
Es, pues, un principio de contrainsurgencia
recreado en el concepto de la globalización lo que lo lleva a plantear
novísimas fórmulas de desarrollo social.
De hecho, su tesis de maestría versa
precisamente sobre un enfoque y experiencia personal en el combate a la
subversión político-militar, hasta donde nos hemos podido enterar.
El problema es que, para alcanzar sus
objetivos, Ríos Piter ha mudado de partido político como de camiseta, lo que lo
presenta ante la sociedad política como un sujeto sin escrúpulos. Pero lo que
le causó el repudio de todo mundo fue su voto a favor de la Reforma Energética
propugnada por Enrique Peña Nieto.
En Guerrero, su alianza con la parte más
nefasta y desprestigiada del Partido de la Revolución Democrática (PRD), el
llamado Grupo Guerrero que lidera el también repudiado David Jiménez Rumbo, lo
llevó a perder el poco crédito del que disfrutaba.
Si Ríos Piter llega a ser gobernador algún
día, sin duda el estado de Guerrero tendría una mente brillante trabajando para
abandonar el cabús del desarrollo, como alguna vez lo definiera José Francisco
Ruiz Massieu.
Pero debido a sus lealtades efímeras, lo más
probable es que Ríos Piter no logre alcanzar la postulación por el PRD, en
particular porque ya le cerraron las puertas López Obrador, Ebrard y Cárdenas.
Quizá por ello Ríos Pirter se ha acercado al gobernador Ángel Aguirre Rivero,
quien tendrá voto de calidad en la selección del candidato perredista a la
gubernatura. Pero Aguirre saldó su relación con Ríos Piter cuando le abrió las
puertas a la senaduría. Por tanto, Aguirre nada debe al tecpaneco.
En ese sentido, una figura más viable para
una alianza de la izquierda sería Luis Walton o inclusive el mediocre y
mentiroso Sofío Ramírez. O el también mediocre Lázaro Mazón.
¿Pero acaso habrá alianza de la izquierda? Es
poco probable.
Así las cosas, el escenario político podría
tener una manifestación imprevista que cargaría los dados a favor de otro
candidato, con lo cual la gubernatura regresaría a manos del PRI. Al tiempo.
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