TRASFONDO
Por Julio Zenón Flores Salgado
Acapulco vive momentos aciagos en materia de vialidad, (sin
entrar a los detalles –porque no es el objetivo de este artículo- del problema
adyacente, o principal, que es el de la seguridad) a raíz de la falta de
policía vial, que se encuentra en paro –por segunda vez en el año-, en demanda
de diversas prestaciones legales y sujeta a evaluación por las autoridades
federales, para renovarla.
Al margen de si los uniformados tienen o no tienen razón en
su movimiento o de si la autoridad hace bien o mal en cuanto a haberse
desentendido de ese servicio, que por Ley a estado a cargo del municipio, los
ciudadanos de Acapulco se enfrentan a una situación inédita. Las calles están sujetas
a la autoregulación ciudadana, sin presencia de autoridad vial, por primera vez
en la historia.
De pronto el ciudadano, lo primero que percibe es el
desorden, pues si bien al principio no caía en la cuenta de que no había quien
lo infraccionara, o cuando menos le sacara para los refrescos, como se le
conoce en este medio a la extorsión disfrazada de los agentes, cuando se dio
cuenta de ello, su primera reacción fue empezar a pasarse los altos, con cierta
precaución, pero como sabía que no había quien le pusiera orden, poco a poco se
fue haciendo una costumbre, alimentada por la “descompostura” de los semáforos.
Así, se generó un caos, en los cruceros, especialmente en
las horas pico, donde todos querían pasar, y quienes terminaban triunfando,
siempre eran los del servicio público, con sus unidades grandes, en el caso de
los urbanos y casi de chatarra, en el caso de los taxis, a los que un golpe o
tallón más no le afecta y al contrario, les daba la oportunidad de sacar un
dinerito a los desprevenidos automovilistas particulares.
Pero entonces se cayó en la cuenta de que no había quien
diera el peritaje o sea, quien reprendiera al responsable y lo obligara a pagar
el daño, por lo cual el taxista o urbano tenían que hacer la cobranza
directamente, a golpe limpio, lo cual termina siendo peligroso, pues nunca se
sabe, si al que le pegas es un capo o sicario o simplemente un ciudadano
armado.
De ahí vino, poco a poco, quizás esté viniendo aún, una
especie de autoregulación, en parte apoyados por los pocos elementos de
Protección Civil y los alumnos prestados por la UAGRO. Empezamos los
automovilistas a usar el uno a uno, es decir, dejar pasar uno de un lado y
luego pasar uno, que tan exitosamente funciona en otras ciudades con mayor
cultura vial.
No se sabe aún cómo terminará este problema, lo que sí
sabemos es que mientras no se solucione hay que evitar choques, roces y daños
porque no hay manera de hacer pagar al otro y eso es una oportunidad de
construir una nueva cultura.
Si yo formara parte de este ayuntamiento, estaría
recomendando al alcalde que pusiera a los encargados de Cultura y de
Comunicación, a trabajar, aprovechando el viaje, en impulsar una nueva cultura
de vialidad, que nos quedaría como experiencia positiva, de este problema del
paro de los uniformados. ¿no cree usted?
Tu opinión es importante, Comunícate con nosotros a: trasfondoinf@hotmail.com
0 Comentarios
¿Qué te pareció esta información? ¿Qué nos falta?