TRASFONDO
Por Julio Zenón Flores
En primera instancia parecería que mencionar al senador
Sofío Ramírez Hernández, como posible sucesor de Rogelio Ortega Martínez, en el
gobierno interino de Guerrero, es como espantar con el petate del muerto.
Y es que el senador Sofío es uno de los vetados por la
corriente predominante en el PRD nacional, por su innegable cercanía y la
lealtad guardada al ahora gobernador en desgracia y su guía político, Ángel
Aguirre Rivero, quien saliera tanto del gobierno como del PRD peleado de fea
manera tanto con quien fuera su amigo del alma, el presidente Enrique Peña
Nieto, como con quienes fueran sus aliados y protectores, los llamados
“Chuchos”, de Nueva Izquierda.
Ese sería el argumento principal para deducir que en
realidad Ramírez Hernández carece de toda posibilidad de aspirar a un cargo
público, por lo menos en esta etapa y en un buen tiempo, en lo que pasa al
olvido el episodio de Iguala, si es que se olvida.
Sin embargo en política las cosas no son muchas veces como
aparentan. Sofío Ramírez se vio, en el desenlace de los acontecimientos del
caso Iguala, mucho más hábil políticamente que su jefe Aguirre, pues por un
lado no se fue a fondo en la confrontación con los Chuchos y por el otro,
mantuvo su cercanía, conseguida a la sombra de Aguirre, con el presidente Peña
Nieto. Aunque amenazó con salir del PRD, rectificó y se quedó y hasta ofreció
apoyar a Beatriz Mojica Morga, cosa que, se sabe, ha hecho aunque desde las
sombras, para no afectarle en su imagen.
De modo que, bien mirado, el senador perredista no está tan
apestado como se cree y por el contrario,
se le tiene como un personaje con grandes habilidades políticas, con
cercanía con la Montaña, donde está el foco más radical de la resistencia a las
elecciones y se sabe, también, de su influencia en las policías comunitarias,
tanto de la Montaña como de la Costa Chica, así como de su cercanía tanto con
algunos diputados priistas, como con la mayor parte de la fracción perredista.
Estos elementos le hacen un real aspirante a suceder al
actual gobernador interino y si su nombre está sonando en algunos círculos, es
porque hay fuerzas que lo están impulsando y se entiende que están cabildeando
y tanteando el terreno, ante la cercanía de la fecha fatal en que el congreso
local de Guerrero debe tomar una decisión sobre la permanencia o no del
interino Rogelio Ortega, al frente del gobierno estatal, esto es, el 26 de
abril del presente año.
Bien analizado, el propio Ortega Martínez ha estado
alimentando la idea de que este gobernador interino debe de irse, porque no ha
logrado disminuir los niveles de inseguridad, ni de ingobernabilidad; no ha
avanzado en la negociación, al menos no lo esperado, con los grupos radicales y
su imagen es la de un gobernador frívolo, que da más importancia a los actos de
glamour, pasearse en eventos rimbombantes como informes de gobernadores y hasta
de candidatos, que se niega a salir de una zona de confort a la que entró muy
rápida después de su toma de protesta, en vez de atender lo que la gente y la
clase política esperaría de él. Rogelio Pachangas, le han apodado ya y no ha
consensuado con la clase política, que al parecer lo quiere ver fuera, pero ya
del gobierno.
El asunto de que es tan poquito tiempo el que queda hasta que
asuma el nuevo gobernador electo que no valdría la pena cambiarlo, ha pasado a
segundo término y diputados locales y organizaciones ciudadanas creen que se
podrían entender mejor con Sofío en los últimos días que quedan a esta
administración y que podría crear mejores condiciones de gobierno para las
elecciones que vienen.
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