Por Julio Zenón Flores Salgado
Con una cuarta transformación caminando a ciegas donde sólo una persona, el presidente, dicta el camino, y cuyos funcionarios de todos los niveles están más preocupados por ahorrar dinero para los proyectos personales, mientras la gente que antes recibía una atención, aunque no tan buena, pero atención al fin, el ISSSTE de Acapulco se hunde en las carencias y el descuido.
Aquí no sólo ha empeorado la larga espera que pasa por meses para poder conseguir que el enfermo sea atendido por un especialista, también empeoraron los baños que son un asco, la carencia de medicamentos, la ausencia de especialistas que prefieren atender en sus consultorios privados y la vida se ve como en la canción de José Alfredo Jiménez: en el ISSSTE, La vida no vale nada.
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