“No
engañamos a nadie”
Por Julio
Zenón Flores Salgado
El quinto
informe trimestral del presidente Andrés Manuel López Obrador, dejó pasmados a
muchos analistas nacionales e internacionales, muy irritados a los opositores y
contentos a quienes forman parte del sector duro del lopezobradorismo y con un
palmo de narices a los representantes de la iniciativa privada.
La primera
frase clave de ese informe la dijo al final: “no engañamos a nadie”.
Efectivamente,
el que habló ayer ante un solitario palacio nacional, que pasará a la historia
por esa soledad provocada por la pandemia del coronavirus, fue el mismo López
Obrador que como Jefe de gobierno del entonces Distrito Federal se empecinó en
hacer una carretera que el advertían que le podría costar el desafuero. La hizo
y no lo desaforaron. Aún más, el intento de sus opositores de desaforarlo le
permitió un mayor posiconamiento de su imagen.
No cedió un
ápice en torno a las peticiones de apoyo que le hicieron los representantes de
la iniciativa privada, aunque sí agradeció las muestras de buena voluntad que
éstos le enviaron, sobre todo los del sector financiero, que dieron un respiro
a los millones de deudores mexicanos, para que durante seis meses, puedan
recomponer sus finanzas y diferir sus pagos. Por el contrario, esta vez el
sector bancario no recibió ningún apoyo ni ofrecimiento de hacerlo.
El
presidente mostró el mismo rostro antisistémico que ha mostrado desde que dejó
el PRI y se incorporó al PRD y luego a Morena. No engaño a nadie. Desde siempre
y hasta ahora, ha manejado como eje de su política “primero los pobres” y el
alejamiento por completo de las políticas de rescate o ayuda a los dueños del
dinero, que siempre fueron los favorecidos por los regímenes neoliberales.
La segunda
frase clase de su discurso fue el reforzamiento de la austeridad.
Funcionarios
de alto nivel volverán a bajarse los salarios y no tendrán aguinaldo este año.
La frase
refuerza su postura inicial de acabar con la burocracia dorada, que convirtió
el trabajo en el gobierno en una mina de oro y en una oportunidad de enriquecerse
en poco tiempo, al grado de que muy pocos resistirían una revisión de sus
posesiones y tren de vida respecto a su capacidad real basada en el salario.
La tercera
frase clave fue la seguridad laboral para todos los trabajadores del estado “no
habrá ningún despido”, dijo, pero les habrá de exigir más, orden, disciplina,
iniciativa y, además ganarán menos.
Aunque falta
ver cómo esa clase burocrática resolverá el repentino descenso de sus ingresos
y la falta de aguinaldo que les permitía buenas cenas, fiestas y regalos en la
temporada decembrina, la verdad es que la medida apunta hacia volver a la
esencia del servicio público: servir al pueblo, no servirse de él.
La cuarta
clave de su discurso la encontramos en la confirmación de todos sus planteamientos
de desarrollo económico.
“No vamos a
dar marcha atrás”.
A pesar de
que hoy el país enfrenta una coyuntura inédita, muy distinta a la que se
encontró cuando al llegar al poder elaboró, junto con sus colaboradores del
gabinete y de su partido Morena, el Plan Nacional de Desarrollo, el presidente decidió
mantener contra viento y marea: La rectoría del Estado para jalar la economía,
la prioridad en la inversión social y en los programas de desarrollo social,
sus grandes obras como el tren maya, la refinería de Dos bocas y el aeropuerto
de Santa Lucía, en donde un soporte importante son las Fuerzas Armadas (y este
es un dato muy relevante que no ha sido suficientemente analizado).
El
coronavirus, que se reconoce como la base no solo de la emergencia sanitaria,
sino de la crisis económica, al presidente no le parece tan grave como para
mover su visión económica que tiene para el futuro de este país.
La quinta y
última clave del discurso del presidente López Obrador, no está en lo que dijo,
sino en lo que asoma, en su enfático llamado a tener fe, en su insistencia en
que esta crisis es pasajera –aunque haya admitido que lo peor está por venir- y
en la esperanza de que pronto volveremos a abrazarnos y a reunirnos en las
plazas públicas para festejar, ya que en muchos sectores se leyó al revés.
Si el
gobierno todo está bien, es que las cosas están mal, comentaron en algunas
redes sociales. Si el llamado es a seguir confiando, es que realmente lo peor
está por venir.
Lo que
faltó:
Para quienes
no perdieron detalle de lo que hablaba el presidente, faltó la definición de un
programa concreto y específico para enfrentar en el terreno económico al coronavirus,
en el cual se esperaba al menos:
*Prorroga en
pago de impuestos
*Señales favorables
en las tarifas eléctricas
*Reforzamiento
de las reservas mediante deuda pública
*Subsidio a
la canasta básica junto con un programa estricto de control de precios
*Apoyos con
circulante a la gente sin trabajo y sin acceso a programas federales o
estatales
*Refuerzos
presupuestarios a municipios y estados, en el combate al coronavirus, en
distintos frentes.
En resumen,
podría decirse que el presidente dio un informe trimestral como si el país
viviera en la normalidad, como si la baja en el precio del petróleo, la recesión
mundial, el alza del dólar y la pandemia del coronavirus, fueran sólo escollo
de menor importancia, que no implican la necesidad de alterar el programa con
el que llegó al poder.
Mostró eso sí,
una gran firmeza y que aquello de no sería florero, es decir, que no estaría de
adorno, sino que haría valer su autoridad, es en serio y no se trata de una
mera pose propagandística.
El resultado
de ese discurso se verá a partir de mañana, pero desde ahora se puede prever un
endurecimiento de la oposición y un alejamiento de algunos sectores y
personajes que lo ayudaron a llegar al poder.
Veremos.
JULIO ZENÓN FLORES SALGADO.- Periodista y escritor. Licenciado en ciencias de la comunicación, maestrante en Ciencia Política y diplomado en MKT digital; Columnista en La Jornada Guerrero, Enfoque informativo y en Redes del Sur. www.facebook.com/trasfondoinformativo, Escríbenos a zenon71@hotmail y suscríbete en el canal de youtube trasfondo informativo
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