Por Julio Zenón Flores Salgado
Pareciera
extraño, pero el presidente del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en
Guerrero, Esteban Albarrán Mendoza, mostró agudeza al hablar de los objetivos
del tricolor para la entidad guerrerense a conseguirse en la elección del 2021
y señalar la importancia de la continuidad, no del continuismo ni el retroceso.
“No queremos
que llegue al gobierno de Guerrero alguien que tire por la borda todo lo conseguido
hasta ahora”, dijo Albarrán Mendoza al responder a la pregunta de este
reportero y precisó que se habla de mantener el logro más importante del
periodo de Astudillo: la gobernabilidad, mediante la continuidad.
Y
efectivamente, cuando se evalúa el gobierno de Astudillo Flores, los dos
primeros datos que saltan a la vista, son, por un lado la gobernabilidad, es
decir, la construcción de un clima donde las protestas, siguen, pero se dan
dentro de un marco institucional; ni los manifestantes han llegado a extremos
ni los elementos policiacos han caído en acciones represivas, como las que los
guerrerenses recuerdan muy bien: la matanza de copreros en 1967, la guerra
sucia de Figueroa en los años 70 y 80, la matanza de Aguas Blancas en 1995, la
matanza de El Charco en 1997, la desaparición de 43 estudiantes normalistas de
Ayotzinapa en 2014, y en ese tramo temporal las contínuas tomas de las
alcaldías, de los palacios de justicia y legislativo, e incluso de Casa
Guerrero, así como la destrucción de inmuebles y archivos pasados por el fuego
de la protesta civil.
Por otro
lado, el tema de la inseguridad era el tema principal cuando arribó a la administración
el actual gobernador. Guerrero no salía del top 5 de las entidades más
violentas y permanecía en las alertas de viaje de las autoridades estadunidenses.
Hoy, no se puede decir que se vive en un remanso de paz y dulzura, pero la
confianza ha ido recuperándose y los comercios que habían cerrado por
extorsiones y secuestros, fueron volviendo a abrir, hasta que los volvió a
cerrar la pandemia del COVID-19.
Por eso,
cuando Albarrán Mendoza habla de que no se puede perder lo logrado por Astudillo,
y cuando pone al centro la gobernabilidad, sabe bien lo que dice, porque de la
gobernabilidad se desprende lo demás, incluso aquello en lo que el gobierno de
Héctor Astudillo debió haber hecho más, como en el desarrollo económico,
centrado como durante décadas, en el espantadizo turismo, y en el desarrollo
minero, pese a las inquietudes de los habitantes de las zonas mineras por su
medio ambiente, incluso en el tema de la salud, donde la mantener la buena
relación con la federación se equipó a marchas forzadas los hospitales que lo
requerían, se construyeron nuevos, se terminaron los inconclusos, para hacer
frente a la pandemia que nos llegó con su terribles consecuencias, dejando
hasta el momento poco más de 2 mil muertos por contagios, en un estado de 3
millones y medio de habitantes.
De la
gobernabilidad también se desprende el tema de la coordinación con los otros
niveles de gobierno, con la Sedena, con la Marina, con la Guardia Nacional y las
policías estatales, para empujar al crimen organizado a disminuir su presencia,
al grado de que Guerrero salió de los primeros lugares y consiguió detenciones
de líderes de bandas criminales que no se habían logrado antes, con el resultado
de una disminución palpable en el número de muertes dolosas, en el número de
delitos de secuestro y de extorsión.
Lo asume
correctamente el líder del PRI estatal cuando dice que eso no se puede echar
atrás, que no puede llegar alguien que desconozca todo e invente sus propias
medidas y en vez de continuar por esa ruta, se trace la suya a capricho, para
volver a comenzar de cero.
El tema
tiene que estar presente, a la hora de que ese partido seleccione a su candidato
a gobernador, pero no sólo ahí, sino también cuando los otros partidos hagan lo
propio con sus abanderados. No debe haber vuelta atrás, todo debe ser para
adelante, hacia el frente, como decía un amigo: para atrás ni para agarrar vuelo.
Y en ese
sentido dejó también la línea el presidente López Obrador, ante el periodista
Misael Habana de Los Santos, que le pidió que le hablara de la elección del
2021, ese 14 de agosto de 2020 y el mandatario le respondió:
“Por eso comencé la intervención hablando de que el gobernador
de Guerrero ha hecho un trabajo ejemplar, entonces los que vengan, sean del
partido que sea, tienen que atender a la gente…
“Yo estoy seguro que
Guerrero va a tener, va a seguir con buenos gobiernos porque lo merece este
pueblo. Aquí no hay motivos para fallar, no se puede fallar, no se le puede
fallar al pueblo de Guerrero, en ninguna parte el gobernante le puede fallar al
pueblo, menos aquí, en este pueblo tan bueno, tan noble, tan trabajador de
tanta lucha por la justicia, por la democracia.
Por eso van a haber
siempre buenos gobiernos y eso es lo que yo deseo” (Transcripción de la
conferencia mañanera en Acapulco el 14 de agosto de 2020, Gobierno de México).
Lo que sí es bueno
aclararle a Esteban Albarrán, es que, si bien el PRI debiera guiarse por esa
idea para no fallarle al pueblo de Guerrero, eso no quiere decir que el próximo
gobernante de Guerrero tenga que ser tricolor, sino que, como dijo AMLO, sea
del partido que sea, sea eso sí “un siervo de la nación”.
Pese a todo, la mejor
campaña electoral del PRI, es el trabajo de su gobernador y ya veremos si postulan
a alguien que lo reconozca y se plantee superarlo. Ya veremos.
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