Por Julio Zenón Flores Salgado
Finalmente, cinco de los diez partidos políticos que
participarán en las elecciones del 2021 en el estado de Guerrero, solicitaron al
instituto Electoral de Participación Ciudadana (IEPC-Gro) el registro de sendas
coaliciones para intentar asegurar el triunfo en la contienda para gobernador.
El PRI y el PRD por primera vez van juntos en Guerrero
contra Morena aliado con el PVEM y el PT.
En realidad no hay ninguna sorpresa, el PRI irá con el PRD,
en un intento titánico por retener la gubernatura que hoy detenta el priista
Héctor Astudillo Flores mientras Morena mostró su falta de confianza en las
encuestas que lo ponen como prácticamente inalcanzable y tuvo que recurrir a
dos aliados que si bien no le aportan mucho, si le puede significar la diferencia
para asegurar su triunfo.
Paradójicamente las críticas públicas se han centrado en la
alianza del PRD con el PRI, pues los consideran enemigos históricos, lo cual es
totalmente falso. La izquierda ha mantenido alianzas desde hace décadas con los
antecedentes del PRI; una de ellas que se recuerda fue el Frente de Liberación
Nacional, conformado por los ahora priistas y los comunistas, durante el
periodo de la Segunda Guerra Mundial.
También hay que recordar que el PRD se formó, con la
confluencia de los comunistas con los socialistas y una vertiente del PRI, la
llamada corriente crítica, que encabezó el aguerrido Porfirio Muñoz Ledo, así
como Ifigenia Martínez y Cuauhtémoc Cárdenas, (que ganó la presidencia con una
alianza del PMS, PARM, PFCRN Y PPS, aunque se la arrebataron con un gran
fraude) luego se integrarían otros priistas como Agustín Basave y Andrés Manuel
López Obrador, entre otros.
Por otra parte, las revoluciones socialistas en el mundo no
han sido posibles sin las alianzas de éstos con sectores organizados en otros
partidos; es absolutamente natural que, para ganar una batalla o una guerra, se
busquen aliados.
En este tenor se entiende también la alianza de Morena con
el PVEM, que como se sabe es en realidad una franquicia de hombres jóvenes y
adinerados de este país, que siempre estuvieron del lado del PRI y ahora, que
Morena está en el poder, simplemente cambiaron de playera, igual que con el PT,
un partido que ha sido señalado de haber sido financiado por Raúl Salinas de Gortari,
hermano del “innombrable” Carlos, contra el cual armó toda su estrategia electoral
el actual jefe moral morenista Andrés Manuel López Obrador. Pero ahora los une
la idea de conquistar el poder, de arrebatarlo de manos del PRI.
Quienes critican la alianza PRI-PRD también deberían
criticar la de Morena-PT-PVEM, e incluso la anterior alianza con el PES,
partido de origen religioso y considerado conservador, pero, aun así no
tendrían razón. Quienes critican las alianzas demuestran que no saben nada del
ejercicio de la política ni de la historia.
ESCENARIO
Lo primero que hay que tener claro es que en las alianzas
las sumas no son como en aritmética, que dos más dos son cuatro, sino que en ocasiones
llegan a restar y en otras a multiplicar, cuando se logra dar una imagen de
fortaleza tal que los electores indecisos votan también por esa coalición que
se cree que de por sí “va a ganar”.
En este caso, la alianza PRI-PRD enfrenta su mejor escenario
pues juntos gobiernan la mayoría de los municipios de Guerrero, el PRI 19 y el
PRD 22, suman 41 de los 80 en disputa, con el agregado de que fueron ganados
por esos partidos en el 2018, cuando tuvieron que enfrentar al personaje más
popular de la historia de las elecciones modernas en México (sólo después de
Cuauhtémoc Cárdenas), el actual presidente Andrés Manuel López Obrador, quien se
ha convertido en un icono de los desposeídos y de algunos empresarios vivillos
que siguen amasando sus enormes fortunas al amparo del poder, por lo cual se
puede inferir que con mayor holgura podrán ganarlos en esta elección del 2021,
en que no compiten contra aquel formidable personaje.
El PRD ya tiene su propuesta para encabezar esa alianza, el
ex alcalde Evodio Velázquez Aguirre y el PRI definirá pronto entre el senador Manuel
Añorve Baños, el diputado Héctor Apreza y el ex titular de Sedesol, Mario
Moreno Arcos. De entre ellos saldrá el candidato común.
Es una alianza fuerte, sin embargo, sólo lo será realmente
si se consolida en los municipios con los candidatos del partido que tenga mayor
presencia. Ganar la gubernatura pasa por ganar la mayoría de municipios o los
más importantes.
Por su parte, Morena, con todo y el arrastre de López
Obrador en el 2018, sólo ganó 6 municipios, de los 80 en disputa, incluso ganó
menos que el PES, que obtuvo nueve en todo Guerrero. En esta ocasión sumará a
su alianza los cinco del PVEM y sin embargo, se sigue notando falta de
presencia territorial, aunque habría que aclarar que en el 2018 tenía menos
estructura que ahora y a pesar de ellos arrasó con más de un millón de votos en
Guerrero contra menos de medio millón de su más cercano competidor.
Si nos atenemos a que históricamente las elecciones intermedias,
es decir cuando no se elige presidente de la República, la participación baja,
y que en esta ocasión Morena no lleva en la boleta a AMLO, aunque aparece
arriba en muchas encuestas y en la mayoría de círculos ya se le da por ganador,
en la realidad enfrenta una elección muy difícil, muy complicada, sobre todo por
que no han podido resolver los fuertes conflictos entre ellos y además, ahora
también tendrán que incluir a los aspirantes que propongan el PVEM y el PT, en
ese caso Beatriz Mojica Morga y Ricardo Taja.
En esta ocasión, Morena le apuesta todo a su marca…y a la
estructura que pudo haber construido en estos dos años de ejercer el
presupuesto federal en la entidad y de haber recibida mucho más dinero de
prerrogativas que los otros partidos y que seguramente se usó para crear o
fortalecerse en las regiones. Qué tan eficaz fue esa dirigencia estatal que no
ha sido del todo reconocida, se va a ver en el resultado que logren en las
elecciones del 2021.
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