Al acercarse la fecha fatal para que los partidos políticos
con presencia en Guerrero registren sus alianzas y coaliciones que incrementen
sus posibilidades de ganar la elección de presidente municipal de Acapulco, en
el horizonte la disputa por el municipio aparece como la lucha por un botín,
que semeja un premio de consolación para quienes no logren salir airosos de la pugna
por la gubernatura del estado.
En ese terreno, los aspirantes al gobierno municipal tienen
que irse acoplando a los aspirantes estatales, mientras consiguen hacerse
notar, construir estructuras y darse a conocer entre el electorado, más de 650
mil según el INE, ya sea para mantenerlo en poder de Morena, que actualmente
gobierna o arrebatarlo del partido de López Obrador para regresarlo a la senda
del control del PRI o del PRD.
De ahí que no baste para los aspirantes ser conocidos, o
tener experiencia o buena formación académica o carisma, ser jóvenes o de las viejas
generaciones, tener un partido fuerte detrás, un buen padrino o una
identificación ciudadana. Es necesario también, y quizás sea lo más importante,
tener una gran capacidad de operación política, para tejer las alianzas
necesarias, primero dentro de su partido y luego afuera, con la población: para
ganar la elección primero hay que ser candidato.
En la larga lista de aspirantes aparecen desde incautos que
creen que con hacer videos semanales de algunos minutos de duración apoyándose
en la mercadotecnia digital tan de moda, tienen alguna posibilidad de ganar la
elección o al menos que les den una regiduría, hasta los aspirantes de siempre,
marginados por sus propios partidos y perdedores de elecciones, pese a lo cual
no quitan el dedo del renglón, junto a personajes mediocres que sólo están
porque son familiares de alguien y están a la espera de que éstos los coloquen
como punteros, aunque no garanticen ni un distrito local.
Morena lleva mano sin duda. Tiene la opción de reelegir a su
actual alcaldesa Adela Román Ocampo, que pese a lo que se diga no ha hecho un
mal papel y representa la punta de la lucha de las mujeres por hacerse valer en
un medio dominado por el machismo, hasta entre las mujeres metidas a la
política, o de renovar la alcaldía a través de uno de sus cuadros de mayor
formación, relaciones, experiencia, infraestructura e ideas nuevas y frescas.
Todas las encuestas dan por ganador a ese partido, opte por
el candidato que opte, sin embargo, nada es seguro. La experiencia de Hidalgo y
Coahuila enseñó lo alejadas que pueden estar las mediciones de la realidad,
sobre todo cuando le apuestan al teléfono como mecanismo para levantar la
muestra, y se realizan desde call centers localizados en Monterrey, a miles de
kilómetros de la realidad acapulqueña.
Si la experiencia de Hidalgo y Tamaulipas sirve de algo, no
se debe descartar que una alianza del PRI con el PRD y eventualmente, con el
PAN, puedan arrebatar a Morena la conducción del municipio más importante del
estado, sobre todo si se considera el constante golpeteo a la alcaldesa Román
Ocampo, tanto desde fuera, como dentro del partido Morena y desde su propio
Cabildo y administración.
Por eso cobra relevancia y llaman la atención pocas figuras
en Morena, por ser competitivos por sí mismos y que le aportan al partido y que
pueden, en caso de no ir por la reelección, garantizarle continuar al frente
del gobierno local.
En ese terreno se ubica el joven regidor Ilich Augusto
Lozano Herrera, politólogo de profesión y con una historia vinculada a las luchas
por mejorar las condiciones del pueblo de Acapulco, prácticamente desde su
nacimiento hace más de 30 años.
Lozano Herrera nació prácticamente en la izquierda y sus
primeras lecciones las aprendió de su madre, Rosario Herrera Ascencio, trabajadora
de la salud, luchadora social desde sus años como universitaria y cercana al
movimiento guerrillero, que sufrió la pérdida de muchos de sus amigos y compañeros
en la llamada guerra sucia de los años 70 y los 80; formada en el marxismo
leninismo consecuente, siempre solidaria con los movimientos internacionales de
los pueblos, formó a su hijo en los más grandes valores de la paz, la
democracia, el respeto al trabajo, el compromiso con el pueblo y con las ideas
progresistas y el desarrollo.
Junto a ella incursionó desde niño en las luchas populares y
posteriormente, cuando tuvo edad para militar en un partido participó como
regidor, como diputado local, como diputado federal, lo que le dio las
relaciones necesarias y posteriormente como síndico procurador y ahora como
regidor, lo que le proporcionó el conocimiento de las entrañas del poder
municipal, de sus fallas y sus virtudes.
Durante ese tiempo, además de buenas relaciones políticas y
formación teórica, pudo construir una estructura territorial que nadie más de
sus compañeros de partido ha sido capaz de mostrar hasta ahora. No ha necesitado
de ir acompañado de ningún personaje nacional para mostrar el músculo en
colonias, barrios y comunidades, a pesar de la contingencia, que le coloca como
uno de los más adecuados para ser el candidato de Morena.
Su nombre seguramente ya está en la mesa de análisis de lo
dirigentes Morena, junto a los de un par de representantes del poder
legislativo que tampoco harían un mal papel (luego hablaremos de ellos), a la espera de que se elija la
mejor carta.
Como van las cosas, solo una mala decisión centralista influida
por el amiguismo o la cercanía familiar, le podría descarrilar y en caso de que
eso ocurra, la coalición opositora a Morena, estará ahí para cobrar la
plusvalía, por ese grave error político.
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