Por Julio Zenon Flores Salgado
-Queremos que regrese como gobernadora, para que nos ponga
el sistema de agua potable- Le soltó a bocajarro, a la presidenta municipal de
Acapulco, Adela Román Ocampo, el vecino del poblado del Kilómetro 40, Noel
Ramírez.
La noche apenas se anunciaba entre las perfectamente limpias
y bien construidas viviendas del poblado, que parece recostado a la vera de la
carretera federal 95, Acapulco-México y una señora se afanaba en vender pan,
mejor que el de San Marcos, presumía al ofrecer la famosa empanochada, esa
torta redonda hecha de harina de trigo con grandes trozos de piloncillo,
también conocido como panocha, que más allá de los límites de Guerrero no se
conoce, pero que no es sino el chorro oscuro y viscoso que se extrae
directamente al exprimir la caña de azúcar, condensado y puesto en moldes que
le dan forma de una pequeña cacerola ocre.
Román Ocampo había llegado un poco antes, pero no alcanzó a
probar la empanochada porque apenas bajó de su camioneta y fue literalmente arrastrada
al interior de una vivienda, donde le sirvieron un suculento plato de comida, que
fue devorado de prisa por la primera edil, que venía de sus oficinas donde
había atendido, entre otras cosas, el fin de la jornada contra la violencia
hacia las mujeres, y no había tenido oportunidad de tomar alimentos.
-Esa obra tiene un costo de 10 millones de pesos, nadamás-,
añadió Noel, quien aprovechó para recordar a la concurrencia, la mayoría
señoras, algunas con niños en los brazos, que la primera edil no le había
quedado mal al pueblo.
-Cuando la fui a ver -agregó- le dije; presidenta, vengo a
pedirte una obra y ella me contestó ¿qué obra quieres? -que nos teches la
cancha-, le respondí. Este mismo año tendrás tu obra, me prometió la
presidenta, y aquí está, no solo techada, sino también rehabilitada la cancha,
expresó mientras sonreía y con su dedo índice señalaba las columnas y techado
de la cancha de basquetbol, en donde se encontraban reunidos, ahora rodeados de
tinacos y láminas galvanizadas, llevadas esa tarde por la primera edil.
-Nunca nos ha quedado mal. Desde antes de ser presidenta, y
aunque no era su responsabilidad, venía al pueblo y no venía con las manos
vacías. Aunque sea juguetes para los niños, traía al pueblo, así que la
esperamos, cuando sea gobernadora. Reiteró el vecino del poblado del Kilómetro
40, en la zona rural de Acapulco.
Román Ocampo escuchó atenta y le respondió que la pandemia
le impidió dar el banderazo a otras obras, a pesar de que los ingresos del
ayuntamiento bajaron en una alarmante proporción, por la crisis provocada por
la pandemia del COVID-19.
-No he podido dar el banderazo a más de 500 obras, dijo en
su discurso.
-¿Más de 500? Le preguntó el reportero, en una breve
entrevista al terminar su discurso: dígame ¿cuáles?
-Sería largo de enumerar -respondió, quitándose el cubrebocas
rosa de motivos indígenas que traía puesto- pero son techumbres,
pavimentaciones de calles, introducción de redes de agua potable, tramos de
alumbrado público, aulas remodeladas… en fin…
-Alcaldesa, aquí le dijeron que regrese cuando sea
gobernadora: ¿Sigue en esa ruta de buscar la candidatura de Morena?
-Claro que sigo. Yo creo en la equidad de género y eso para
el presidente Andrés Manuel (Lopez Obrador) es muy importante y si lo consigo
seguiré con mi dinámica de atender con mucho cariño a la zona rural, a todos,
sin distingos de partido, porque se gobierna para todos…
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