Por Julio Zenón Flores
Acapulco está a punto de vivir el proceso que puede hacerlo
retroceder o ponerlo con un pie en el futuro y en el
desarrollo.
Esa es la importancia del proceso electoral que se avecina
para elegir al o la presidente municipal que dirija sus destinos hasta el 2024.
Los acapulqueños han dado muestras de no perder la esperanza
y de buscar cada vez que hay elecciones una opción distinta, al menos desde
principios de siglo, en que se definió por el empresario Carlos Zeferino Torreblanca,
rompiendo por primera vez esa calma chicha que permitía al PRI ganar cada
proceso, pusiera a quien pusiera de candidato y gobernara como gobernara.
Al inicio del siglo XXI el pueblo de Acapulco salió del
marasmo e intentó asumir el control de su ciudad, de los servicios públicos, de
su seguridad, de su desarrollo económico, quitando del gobierno a los de
siempre.
Torreblanca Galindo pudo haberlo hecho bien o mal, la
cuestión es que lo hizo diferente y sin embargo no resolvió ninguno de los
problemas de Acapulco y ni siquiera sentó las bases para un futuro desarrollo.
La gente creyó que un empresario, de la IP, que no estaba formado en las filas
de la clase política, lo haría mejor, pero la ciudad siguió siendo la misma,
con las mismas calles y la misma gente; con sus mismos problemas.
De entonces a la fecha, ha gobernador el PRD, el PRI, el MC
y Morena y a decir verdad, el turismo sigue en picada, el problema de agua
potable cada día es más grave, la inseguridad ha crecido, el servicio de limpia
sigue siendo deficiente, hay poca iluminación en las áreas públicas, el zócalo
cada vez más sucio e invadido y hasta sin quiosco se quedó.
Lo que es un hecho, es que el acapulqueño ha buscado cambiar
de partido en el gobierno, se ha arriesgado, no se ha conformado y hoy está
nuevamente ante la obligación de votar por el partido o persona que considere
pueda hacer frente a la problemática, más allá de las palabras y promesas de
campaña.
La pregunta es en primer lugar por cual partido, pues
Morena, que representa la utopía de la transformación ya está en el gobierno,
pero si bien no se puede negar que se han esforzado, las inercias han sido su
peor enemigo, y quizás hasta la falta de experiencia de quienes llegaron al
poder, que le ha obligado a la alcaldesa Adela Román Ocampo a cambiar
constantemente de cuadros directivos, afectando la continuidad de los procesos de
operación y administrativos, pero sin rendirse volverlos a empezar. El problema
es que el tiempo se acaba y mientras los nuevos vuelven a tomar las riendas, ya
llegó la nueva elección.
Esa circunstancia obliga a analizar detenidamente la posibilidad
de la reelección, para que este gobierno morenista tenga más tiempo para dar
resultados, aunque ante un pueblo con la idiosincrasia surgida de la revolución
maderista de la no reelección, pudiera topar con pared, la esperanza de la hoy
alcaldesa y eso abre el abanico de posibilidades.
Si no se trata de volver atrás, si la población decide darle
otra oportunidad a Morena, lo primero que hará será determinar si se rompe con
el principio de la no reelección y se le da otra oportunidad a Adela Román y en
caso de que decida no dársela, deberá elegir de entre una veintena de aspirantes,
la mayoría de ellos sin experiencia, pero con muchas buenas propuestas y en esa
parte es donde conviene hacer un alto y una profunda reflexión.
¿Dejar a Morena, pero cambiar de jinete? ¿Seguirse con la oportunidad
a las mujeres? O ¿volver al género masculino? Tal vez lo importante sería
determinar quién puede continuar con lo que se está haciendo y que no venga a
reinventar Acapulco, aunque sí a corregir lo que se esté haciendo mal: en ese
sentido aparece la figura de regidor Ilich Augusto Lozano Herrera, y no porque
los otros aspirantes sean malos, sino simplemente porque es un edil joven que
conoce la toma de decisiones en Cabildo y que como ex diputado sabe
cuales son los resortes que hay que mover en el legislativo, donde se aprueba
el presupuesto estatal para Acapulco, para obtener recursos para atender los
problemas.
Ilich Lozano, fue diputado federal, inclusive
vicecoordinador de la fracción mayoritaria en ese entonces la del PRD, sabe
pues, de la importancia de las acciones que se deben mover allá en San Lázaro, donde
se tiene la facultad exclusiva de aprobar y hasta modificar el presupuesto que
envía el presidente de la República y donde se discuten los grandes proyectos
nacionales para las regiones.
Haber sido síndico procurador le da el conocimiento de la
problemática de los cuerpos de seguridad, pero sobre esos elementos que son bastante
pragmáticos para tomar una decisión, hay otros que deben también ser
considerados: viene de una familia de izquierda, comprometido con la lucha
social, tiene una sólida estructura territorial, que no tiene ninguno otro de
los aspirantes y tiene también buenas
relaciones con el presidente del CEN de Morena, Mario Delgado y con el próximo
candidato a gobernador de ese partido, Félix Salgado Macedonio, entre otros importantes
cuadros de la vieja escuela izquierdista que hoy rodean al presidente López
Obrador.
Ya hablaremos de las virtudes de los otros aspirantes, por Morena,
porque también hay que asomarnos a lo que ofrece la oposición que no está
cruzada de brazos y propondrá a sus mejores cuadros para retomar el municipio.
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