"¡Paz y reconciliación!", oró el padre Gerardo
Por Ignacio Hernández Meneses
En la homilía por el Domingo de Ramos, el padre Gerardo, de la iglesia de San Antonio, evocó las Sagradas Escrituras en las que dio cuenta de la traición de Judas, la deslealtad de Pedro, la consulta popular a mano alzada del gobernante Poncio Pilatos, ante lo que sería el pueblo sabio, así como la aprehensión, el juicio y la sentencia injusta contra Jesús de Nazaret, lo que hace reflexionar que no hay nada nuevo bajo el sol, porque son escenarios muy similares a nuestra realidad histórica actual.
Dentro del templo, guardando la sana distancia porque el miedo no anda en burro, los creyentes con sus ramos en mano adornados con flores, entre el humo del copal presenciaron el paso de las imágenes de la entrada triunfal de Cristo a Jerusalén montado en un asno gris.
Desde el púlpito, ataviado de rojo el sacerdote Gerardo Solís Baños, y con los santos cubiertos con lienzos morados, como si escondieran algo, oró por la paz, por la urgente y necesaria paz, por la salud de todos mermada por el covid, y porque retornemos a la nueva normalidad.
Dijo que esta semana son días de guardar, que no son de fiestas ni de diversión, sino de guardar, de meditar, de revalorar. Luego, caminó por los pasillos para bendicir las palmitas que los fervorosos pudieron comprar a los comerciantes ambulantes que tapizaron de palmitas las banquetas de Fernando Rosas y Río Grande la colonia Hogar Moderno.
La fe mueve montañas. En punto de las ocho de la mañana el padre Gerardo empezó la misa. No hubo saludo de paz como se hacía en antaño, tan necesaria por cierto en este momento en que el país también vive una grave crisis de inseguridad.
El párroco llegó al templo, algunas personas hincadas en la puerta de la iglesia, recibieron la bendición de Jesús Sacramentado. Algunas personas lloraron, con la fe y la esperanza de que pronto pase la pandemia y retornar a mejores semanas santas.
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