Celestino Cesáreo Guzmán
Como juegas el juego, juegas la vida.
Hay que ir siempre con determinación, firmeza, con todo. No achicarse ante colores ni marcas, con viento a favor o en contra. La mentalidad en el juego y en la vida es la clave.
P
Lavolpe lo dijo así "Yo siempre le digo a mis jugadores, no jueguen ni contra el nombre del rival, ni contra la camiseta, jueguen contra el sistema, cuál es el parado del rival, dónde tiene fallas, dónde se tienen que cuidar. Dependen de la actitud para ganar"
Y sí, muchos, creemos cada cuatro años que sí se puede.
¿Pero qué le pasa el futbol mexicano, cuando nos daríamos por bien servidos si trascendemos el famoso quinto partido?, ¿De verdad esa es la medida de nuestras aspiraciones?
"A medida que el deporte se ha hecho industria, ha ido desterrando la belleza que nace de la alegría de jugar porque sí… Se renuncia a la alegría, atrofia la fantasía y prohíbe la osadía" dijo una vez el poeta Eduardo Galeano.
Como cada cuatro años, en la justa mundial de futbol, millones de mexicanos hacemos profesión de fe en una oncena que a veces se agranda como un león, y otras, se empequeñecen como ratones.
Pese a que la historia de los mundiales, ni las estadísticas nos favorecen, miles juntaron sus ahorros y acudieron en tropel a la Copa del Mundo para apoyar a nuestros seleccionados. A Qatar habrían acudido cerca de 80 mil mexicanos. Pero luego de la derrota ante los Ches argentinos, empezó el retorno de los corazones rotos.
Y como cada justa mundial, la clase política se enfundó en las camisetas verdes, algunos montaron pantallas gigantes en las plazas, a ver si se hacía el milagro y ganaba la selección. Pero, jugamos como nunca y perdimos como siempre. Y ya nadie dio el pésame por la derrota. Total, perdieron ellos, ¿no?
Y en el altar de las redes ofrendamos al Tata Martino en ritual de sacrificio luego del resultado ante los sudamericanos.
Y aunque Memo Ochoa nos mantiene con vida luego de la atajada de su vida ante el polaco Robert Lewandovsky, todo apunta a que haremos un papel similar o peor al de aquella selección nacional que acudió a Argentina en 1978 dirigida por José Antonio Roca donde ni Leonardo Cuellar, Ignacio Flores, Víctor Rangel, Cristóbal Ortega, Leonardo Cuellar y un joven Hugo Sánchez, pudieron evitar el sonado fracaso.
Sin delanteros, ¿cómo meter goles?, y sin goles, ¿cómo vamos a ganar? Pero como la esperanza muere al último, esperaremos el partido ante Arabia Saudita un regreso épico de la selección nacional. A rajarse a su pueblo, dice la proverbial frase. Sólo pierde el que deja de luchar.
"El fútbol y la política pueden ser perfectos opuestos: mientras que la política es un mecanismo para conciliar conflictos verdaderos, el futbol consiste precisamente en crear conflictos falsos y mantenerlos a perpetuidad. Por eso la política importa y debe tomarse en serio, mientras que el fútbol es intrascendente y debe tomarse más en serio aún", escribe Andres Elías en La Política y el Futbol: El Matrimonio Perfecto.
Chad Harbach es más irónico: "lo adorabas, porque lo considerabas un arte: una actividad en apariencia sin sentido, llevada a cabo por personas con aptitudes especiales".
"Disfruta el partido México-Arabia Saudita", nos dicen en los promocionales de televisión. Y uno se pregunta: ¿disfrutar?, ¿es en serio? Y pues ahí está el engaño: nos hacen creer de aptitudes especiales, de posibilidades que no son reales, porque detrás de toda esa propaganda hay intereses comerciales, como aquellos que llevaron a los seleccionados a jugar partidos intrascendentes en Estados Unidos, donde los paisanos llenaban los estadios y los bolsillos de la Federación Mexicana de Futbol.
"Corre, jadeando, por la orilla. A un lado lo esperan los cielos de la gloria, al otro, los abismos de la ruina. Del arquero: También lo llaman portero, guardameta, golero, cancerbero o guardavallas, pero bien podría ser llamado mártir, paganini, penitente o payaso de las bofetadas. Dicen que donde él pisa, nunca más crece el césped. El árbitro: es el abominable tirano que ejerce su dictadura sin oposición posible y el ampuloso verdugo que ejecuta su plan absoluto con gestos de ópera". (El fútbol a Sol y a Sombras y Otros Escritos", Eduardo Galeano).
Como mexicanos debemos cambiar la mentalidad en todos los rubros de la vida pública, social, económica, política; sólo así tendremos una mejor selección mexicana de futbol.
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