Por Julio Zenón Flores
El conflicto estallado en comunicación social de Acapulco,
donde un grupo de trabajadores exigen públicamente la salida de su director, el
doctor en comunicación política Ignacio Orbe, es una buena oportunidad para
analizar lo que pasa, o ha pasado a lo largo de la historia reciente con esa
oficina, a consecuencia de una errónea concepción de su operación, tanto por
parte del o la presidente municipal en turno, como de quienes se han encargado
de enviar información a los medios, porque es de ésta errónea concepción de donde
se derivan los conflictos.
Primero debe entenderse que la oficina de CS no es un medio
comunicación como un periódico o programas de radio o tv o de medios digitales
de noticias; es más bien dos cosas: responsable de informar las actividades
oficiales y, un órgano disimulado de propaganda, considerando toda información oficial
como tal.
En ese sentido, se vuelve estratégico para mantener la buena
imagen de la comuna y de quien la preside, pues de lo contrario, se puede
convertir en un obstáculo para la gobernabilidad.
Recordemos, en la época de la alcaldesa Adela Román Ocampo,
lo que provocó el que en una transmisión en vivo, la operadora de redes
colocara “por error” unas orejitas de gato al gobernador Héctor Astudillo
Flores; o lo que le costó en imagen a Adela Román la vez que salió tomando
tranquilamente un coco en medio de una situación de crisis; o a Abelina la
sobrexposición en festejos el pasado mes de junio; los problemas que le generó tanto a Evodio
Velázquez como a Abelina López la disputa por la acreditación de las obras o
eventos conjuntos con el gobierno estatal. Millones de pesos en colaboración
estado municipio, para obras sociales, se perdieron, por el mal manejo del
producto informativo.
Otra anécdota que se recuerda es cuando un empleado de
comunicación social de Luis Walton filtró que a Evodio lo tenían que “chingar”
para bajarle popularidad.
Las referencias mencionadas vienen a cuento para dar una
idea de la importancia del producto que se genera en esas oficinas y por lo
tanto el nivel de confianza que los alcaldes depositan en ellos, razón por la
cual los alcaldes han colocado ahí a sus amigos, más que a profesionales, al
grado de que, por ejemplo Manuel Añorve se jactaba de que en realidad su jefe
de prensa era él mismo. Otros, han puesto al frente a periodistas que confunden
la oficina de CS con una jefatura de información, con resultados desastrosos,
al grado de que ya es normal, de unos años para acá, que se cambie de jefes del
área varias veces, incluso en un solo año, sin mejorar los resultados.
Los yerros que han llevado a la salida de varios de los
directores, no siempre han sido de ellos, aunque terminan siendo quienes pagan
los platos rotos, por no tomar decisiones adecuadas y dejar que personal
subalterno se haga cargo, para comodidad del director. Unas veces por la
presión de los sindicatos, que en esas áreas deberían de acotarse o bien firmar
convenios de confidencialidad o ser evaluados periódicamente, ya que su
profesionalización deja mucho que desear y en algunas ocasiones, con el cambio
de administración siguen siendo leales a sus jefes anteriores y se dedican a
obstaculizar a los directores actuales.
Uno de ellos, por ejemplo, contaba que cuando estaba al
frente, era un subalterno quien en realidad tenía el control del equipo, incluido
el chofer y la unidad motriz del área, de tal manera que si el director le pedía
al chofer algo, éste simplemente se negaba, de tal manera que, para evitarse conflictos,
algunos contrataban algunos de su plena confianza y se encerraban con ellos o
ellas, a piedra y lodo o hasta se cambiaban de oficinas, para sacar el trabajo,
sin molestar a los que se heredaban de otras administraciones.
La maquinaria burocrática, sin embargo, hace poco posible
que los nuevos directores hagan los cambios que necesitan, porque los sindicalizados
del SUSPEG tienen todo el respaldo y siempre está latente un paro, como el
actual, tengan o no tengan razón; es más fácil que salga un director que mover
a un empleado que obstaculiza el buen funcionamiento de la oficina, porque el alcalde
siempre opta por no conflictuarse con las secciones sindicales.
Eso influye en los resultados, casi siempre negativamente.
Hemos visto, cómo personas valiosas que quieren hacer cambios para mejorar las
cosas, terminan por salir, porque el alcalde no los respalda y no pueden lidiar
con subalternos mediocres o hasta que obstaculizan las tareas, por lo cual los
despachos de información siguen llegando a los medios como con un “machote”,
desde la era del PRI, PRD Y MC, no ha habido cambios al formato y,
desafortunadamente, sin distinguir el canal de comunicación por el que se busca
la difusión de las acciones u obras. De ahí que en radio, que es un medio fugaz,
se sigan leyendo comunicados farragosos, como para revista escrita o en los
digitales, se publiquen mamotretos que nadie lee.
El movimiento actual de trabajadores que piden la salida del
director, debe verse más que en términos primitivos de si hay o no acoso laboral,
lo cual en caso de existir tendría que corregirse y habría que conocer los
casos concretos para evaluarlos, debe procurarse ir a fondo: establecer en la
ley orgánica del municipio libre y en los reglamentos internos, las normas para
un funcionamiento eficiente, con perfiles profesionales adecuados para sus
directivos y para los empleados, tanto operativos como administrativos, para lo
cual se debería de aprovechar y hacer una verdadera reingeniería, para además de
mejorar el producto que se envía a medios, dejar de ser una oficina que se
dedica a exaltar al presidente en turno y abarcar toda la actividad de la
comuna. Si se hace así no será necesario despedir a nadie, sólo abrir el
abanico y las oficinas en áreas que requieren atención informativa especial,
como limpia, seguridad, obra pública, turismo y las áreas de captación de
recursos, como catastro y reglamentos y espectáculos; además de elaborar
productos informativos ad doc para cada canal comunicativo: Prensa, radio, TV,
digitales, mismos que actualmente que se siguen manejando como en la era de las
cavernas.
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