Por Julio Zenón Flores
Al acercarse el segundo y penúltimo informe de la presidenta
municipal de Acapulco, Abelina López Rodríguez, es necesario hacer un análisis
de fondo sobre su paso por la administración y las posibilidades de que se
reelija en el cargo por tres años más.
Un esbozo al respecto debería de considerar su dificultad
para coordinarse con los otros tres niveles de gobierno y pese a ello, los
buenos resultados en el terreno financiero, que indica al menos un buen manejo
del dinero.
En ese sentido hay que profundizar en el porqué ese buen
manejo financiero que le ha permitido pagar deudas que el municipio ha
adquirido de manera institucional en administraciones anteriores no se ha reflejado
aún en buenos servicios y en dar a los habitantes y turistas una ciudad más
ordenada y habitable desde el punto de vista urbana y en cuanto a seguridad
pública.
Se observan, sin embargo, importantes esfuerzos al respecto:
1.-
La adquisición de 100 patrullas nuevas y la puesta en marcha del proyecto Fuerza Acapulco que se
compone de varios programas y acciones, tales como:
- La instalación de cámaras
de video vigilancia en puntos estratégicos del municipio, que
permiten monitorear en tiempo real las incidencias y alertar a las
autoridades correspondientes.
- La implementación
de botones de pánico en comercios, escuelas, transporte
público y domicilios particulares, que se conectan con el Centro de
Control, Comando, Comunicaciones y Cómputo (C4) para solicitar auxilio en
caso de emergencia.
- El uso de drones para
realizar patrullajes aéreos y apoyar en las labores de vigilancia y
rescate.
- La adquisición de equipos
de radiocomunicación para mejorar la coordinación entre los
elementos policiales y las demás corporaciones de seguridad.
- La realización de operativos
conjuntos con la Guardia Nacional, la Policía Estatal, la
Fiscalía General del Estado y la Marina, para reforzar la presencia y la
capacidad de respuesta en las zonas más conflictivas del municipio.
Todo lo cual generó una gran expectativa, pero hasta la
fecha aparece como pendiente de ejecutarse, con excepción de la presencia
evidente de las patrullas en las calles.
En el terreno de la limpieza de la ciudad se arrancó con
gran ímpetu el manejo de la basura con camiones propios para evitar la fuga de
recursos por renta camiones o la concesión del servicio de limpieza a entes
privados que no cumplían con su cometido y, sin embargo, en ese terreno se han
tenido altibajos, pese a que se logró levantar una alerta emitida por las
autoridades de salud, sin embargo, no se ha logrado que la ciudad luzca limpia
aún. Hay avances, pero queda mucho por hacer.
En el terreno del agua potable y drenaje, se han anunciado
diversas inversiones y se han visto las obras por la ciudad, pero hasta la
fecha no se ha podido aterrizar en una percepción ciudadana de mejoría en el
servicio.
Un renglón que merece un análisis a profundidad ha sido su rescatable
inversión en el área cultural, pero privilegiando el arte popular, muy ad doc
con la política federal en la materia, de dar prioridad a lo que consumen las
masas, con especial inclinación a los emergentes representantes de género y de
las comunidades LBGT+ y desairando las bellas artes.
En estricto sentido, estos son puntos básicos en los que la
presidenta municipal Abelina López ha puesto ciertas premisas que apuntan hacia
la posibilidad de construir una mejor ciudad, pero el tiempo restante, un año,
parece poco, y sin embargo, si le aprueban el presupuesto que pretende,
superior a los 5 mil millones de pesos, algo histórico en la ciudad, es posible
que pueda cerrar con broche de oro.
Lo avanzado en ese terreno hace casi obligado pensar en la
necesidad de la continuación de la línea marcada por Abelina López, ya sea por
la vía de la reelección, que no se ve tan fácil por la mala relación política
que mantiene con los equipos que confluyen en Morena y que tomarán decisiones
sobre las candidaturas del 2024, o por medio de acuerdos con algunas o alguna
fuerza política que esté dispuesta a pactar con ella el compromiso del mismo
rumbo, para no tener que volver a inventar la ciudad, después de las próximas
elecciones.
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