Por Julio Zenón Flores
La tormenta tropical Max dejó un rastro de destrucción en varias regiones de Guerrero, donde las lluvias torrenciales causaron inundaciones, deslaves y daños en la infraestructura. Aunque las autoridades estatales y municipales actuaron con prontitud y eficacia para atender a los afectados, la magnitud de la emergencia supera sus capacidades financieras y operativas. Por eso, es necesario preguntarse qué va a pasar con los damnificados y cómo se van a reconstruir las zonas devastadas.
La gobernadora Evelyn Salgado demostró su liderazgo y compromiso con la población al recorrer personalmente los municipios más afectados, como Acapulco, Coyuca, Atoyac, Tecpan y Petatlán, y llevarles apoyo inmediato, como despensas, cobertores y maquinaria pesada. También gestionó la colaboración de dependencias federales, como la SCT, la Secretaría de Marina y la CFE, para restablecer los servicios básicos y reparar los caminos federales. Sin embargo, estos esfuerzos no son suficientes para cubrir todas las necesidades de los guerrerenses que perdieron sus viviendas, sus cultivos o sus fuentes de ingreso.
Ante esta situación, resulta evidente la falta de recursos que antes proveía el Fonden, el fondo federal que se destinaba a atender las contingencias naturales. El senador Manuel Añorve lo señaló con razón al cuestionar a la secretaria de Gobernación por la ausencia del gobierno federal en Guerrero. Aunque la gobernadora hizo lo posible por minimizar el impacto de esta ausencia, lo cierto es que se requiere de un apoyo extraordinario para hacer frente a los daños causados por Max.
¿De dónde saldrán esos recursos? ¿Tendrán las dependencias federales presupuesto suficiente para atender a Guerrero? ¿Tendrá que recortar la gobernadora otras áreas prioritarias para destinarlas a la reconstrucción? Estas son algunas de las preguntas que quedan en el aire y que exigen una respuesta urgente.
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