Las luces que se ven corresponden a la Fiscalía General del Estado de Guerrero que tiene una planta, el edificio de la Secretaria de Salud, que no sufrió daños y se abastece de energía solar.
A lo lejos, el cerro de La Mira, ahí si hay luz.
Ninguno de los 30 camiones recolectores de basura, que compró el ayuntamiento se ha salido de sus rutas de la costera para levantar algo de las montañas de desechos en la Progreso; no hay policía, sólo los de la Guardia Nacional que dirigen el tránsito vial en la cercana avenida Cuauhtémoc, que aunque oscura, ya se ve casi limpia.
El panorama, de noche, permite ver la diferencia con que las autoridades han dividido a Acapulco para su atención: desde la caseta de La Venta hasta la base del cerro que se atraviesa por el Maxitunel, incluyendo la propia hendidura, totalmente iluminado, los semáforos funcionado, la telefonía con servicio y con alumbrado público; por el contrario, al salir del túnel por la avenida Cuauhtémoc, es como entrar a la boca del lobo. Totalmente obscuro, se interrumpe la señal de telefonía, huele a muerto, por las acumulaciones de desechos, el polvo se mete por todos los poros.
Anoche fue una más sin agua ni luz, pero este medio día ya fluyó por la tubería algo de agua y al fin llegaron los servidores de la nación a censar.
La gente está molesta, se oyen críticas sobre todo al gobierno federal, pero el Servidor de la nación sabe su trabajo y explica que el Huracán no pudo preverse, nadie sabía, precisa.
Están mandando muchas despensas, dice, aunque los de la progreso le responde que si, pero a otros lados, que cuando van a la progreso se ponen un rato y luego cambian de lugar, no da tiempo, dicen.
Y así las cosas, La Progreso, en cada grupo de vecinos que se reúne, ya habla de política, de las elecciones que vienen.
Por hoy, hay que tratar de dormir y esperar que mañana temprano siga llegando el agua a la casa.
(Julio Zenón Flores)
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