Gallery

header ads

Otis: un nuevo Acapulco

Celestino Cesáreo Guzmán

Tras el paso del huracán Otis, la forma como se reaccionó a la tragedia, el vacío de autoridad, los actos de negligencia, todo, estará a juicio para los  acapulqueños que en unos meses acudiremos a la urna el próximo año. La disyuntiva será ratificar la confianza a los actuales gobernantes u optar por el cambio.

Esto dependerá sin duda de la percepción que tengamos  sobre la manera en que los tres órdenes de gobierno, han trabajado para enfrentar la crisis, en las horas previas, durante y después del azote del meteoro.

La ciudad poco a poco se pone de pie, pero el proceso es largo, lento; aún hay mucho escombro y basura en las calles, los pequeños negocios luchan por sobrevivir, las grandes empresas con acceso a créditos  anuncian transformación de sus hoteles y edificios, pero su regreso a la actividad será en dos y cinco años, otras más han optado por cerrar, se quejan de la inseguridad y fueron saqueadas durante la contingencia.

Más allá de los intereses de los políticos, el partido gobernante vive un proceso de descomposición ideológica al dar la espalda a los acapulqueños en la Cámara de Diputados federal y en el Congreso local, donde han votado en contra de iniciativas para destinar fondos y programas para reconstruir Acapulco.

Frases como "primero los pobres" y "la esperanza de México", se diluyen ante la incongruencia de sus acciones y decisiones. Una vez más demuestran que la 4T es amiga de la pobreza. No de los pobres.

Tuvieron que pasar 18 días de la tragedia para que se ordenara por fin limpiar a profundidad la Costera, símbolo  y carta de presentación de Acapulco. Cuánto tiempo deberán esperar las colonias y barrios.

Pareciera ser, que se pretende hacer que el pueblo acapulqueño sufra aún más, para que al final, sólo recuerde al "papá gobierno" que le dio "empleo temporal", "Sembrando Vida", "beca", "apoyo adultos mayores", "45 mil para hacer tu casa", enseres domésticos básicos, dinero, dinero, dinero público, entregado como generosa dádiva del soberano.

Esto tendría que hacer reflexionar a los habitantes del puerto, si la continuidad es una buena opción de cara a los retos por reconstruir Acapulco y reactivar su economía. Por ahora su estrategia de reconstrucción no tiene pies ni cabeza. El pueblo sabio tomará la mejor decisión en la soledad de la urna el domingo 2 de junio del 2024.

Con buenas decisiones de gobierno, las micro, pequeñas y medianas empresas tendrían que recibir inyecciones a fondo perdido para recuperarse de sus pérdidas, pero no hay tal.

El amplio sector que representa la economía informal tendría que ser atendido a través de un salario básico que les permita sobrevivir, o un programa de empleo temporal para quienes estén en condiciones de ser parte de la reconstrucción, pero tampoco lo hay.

Los vacíos que deja la actuación del gobierno federal son evidentes: los funcionarios federales son de escritorio, no de territorio. Y los funcionarios locales, ya están haciendo algo importante, ya tomaron la escoba.

Lo cierto es que Acapulco debe refundarse con un nuevo plan urbano, que rediseñe sus edificios, con nuevos malecones, su Terminal Marítima debe modernizarse, su aeropuerto, su Zona Tradicional debe recuperarse, sus principales avenidas y sus colonias.  

Hoteles y rascacielos tienen que cambiar de fondo sus esquemas de seguridad. No pueden reconstruir con el mismo material que el huracán destruyó. Nada garantiza que este fenómeno no se repita. La seguridad debe ser lo primero.  

Nada fácil es la tarea de ofrecer una nueva ruta para Acapulco: idear programas de asistencia a largo plazo para ayudar a las personas a reconstruir sus vidas y comunidades.

Nuestra ciudad no puede seguir por el mismo camino, tiene que cambiar en muchos sentidos. ¿Está preparada la clase política y la sociedad civil para dar paso a un nuevo Acapulco? Espero que sí.
Obtener Outlook para Android

Publicar un comentario

0 Comentarios