Por Julio Zenón Flores
"Muchos son los llamados y pocos
los escogidos" es una frase que se utiliza para afirmar que el número de
personas que tienen éxito es menor que el de las que aspiran a él1. La frase aparece en la Biblia,
en Mateo 22:14, y se refiere a una invitación a una fiesta de bodas real que
tuvo lugar en el reino de Dios, con el propósito de lograr la salvación
espiritual de todos sus convidados2. Así en el proceso de selección del o de la
candidata a la alcaldía de Acapulco, para gobernar de 2024 al 2027.
Lo único real que existe hasta ahora, es la incertidumbre. En morena,
por ejemplo, se registró quien quiso y, de acuerdo a la convocatoria, será
hasta el mes de enero del 2024, cuando la comisión nacional electoral de ese
partido diga quienes sí cumplieron con los requisitos, mismos que están claros tanto
en la Constitución política, como en los estatutos y en la propia convocatoria,
pero deberán pasar por el criterio de la Comisión, que según se sabe deberá seleccionar
sólo a tres hombres y a tres mujeres, para la siguiente etapa.
La siguiente etapa, en Morena, es la encuesta, de acuerdo a fuentes
extraoficiales acordada con el ex canciller Marcelo Ebrard, en la cual sus
simpatizantes no serían excluidos por las mayorías que controlan el consejo
estatal del partido (Félix Salgado y los seguidores del finado César Núñez,
ahora liderados por el delegado Iván Hernández), pero cuyos resultados -de la
encuesta- no garantizan nada, pues como ocurrió con Omar García Harfuch, aunque
ganen, pueden ser reemplazados argumentando cambio de género, de acuerdo a lo
que ordene el INE en cada caso particular.
De ese proceso morenista, lo único que queda para los contendientes, es
colocarse en la encuesta como el primer hombre o la primera mujer, cualquiera
de los dos puede ser el candidato o candidata.
Las circunstancias convierten ese proceso interno en una especie de referéndum
para la alcaldesa Abelina López Rodríguez, que aspira a reelegirse, no tanto en
lo hecho desde el principio de su administración, sino de lo hecho en torno a
la tormenta Otis, que dejó casi un millón de damnificados y cuya atención
gubernamental no ha estado siendo operada por el ayuntamiento, sino más que
nada por la federación y el estado, por lo cual si López Rodríguez podía tomar
alguna ventaja, no se le permitió.
De ese hecho se derivó que todos los demás aspirantes se tiraran a fondo
tratando de llamar la atención con apoyos personales o de los recursos
oficiales que reciben de sus dietas y presupuestos para apoyos y gestoría, con
la creencia de que si la gente los mira repartiendo cosas, tal vez los considere
a la hora de responder la pregunta de la encuesta. La verdad es que haber
estado en el reparto de ayuda tampoco les garantiza nada, pues eso es un arma
de doble filo: o te sube al aprecio popular o te hunde en el desprecio del
pueblo, por considerarte carroñero. En ese caso todo depende de cómo lo
comuniques, y eso es lo que menos saben hacer los morenistas, que desprecian la
ciencia de la comunicación. Ya veremos quien lo hace mejor.
En el caso de la oposición, los aspirantes están peor, pues parecen congelados
en el tiempo y están a expensas de un crecimiento de su precandidata presidencial,
Xochitl Galvez, que nada más no llega y mientras tanto, el único que medio se
mueve, por lo menos en redes sociales, es el neo panista Ramiro Solorio, que se
ha convertido en el único opositor visible que critica las fallas, que son
muchas, de la ayuda que brindan las autoridades morenistas y enfrente solo
parece tener a la diputada Julieta Fernández Márquez, que desde el congreso a
dado una muy tibia batalla opositora.
En realidad, los aspirantes de la oposición no se desgastan mucho porque
saben que la nominación a la candidatura no depende de la popularidad o de la
capacidad política, sino de sus relaciones con la cúpula del PRI, PAN y PRD,
que desde México decidirán quien será el o la abanderada, pues ellos hace rato
abolieron la vía democrática para este proceso. Todo queda en la cúpula.
La verdadera esperanza de la oposición es que los de Morena fracasen en
la distribución de la ayuda humanitaria a los damnificados del huracán Otis,
cosa que no es decabellada, pues la tarea es inmensa y aunque se esfuercen más
allá de lo posible siempre quedará una parte de electores inconformes, ya sea
por las largas filas, porque no les dieron lo prometido, porque no fue insuficiente,
o por cualquiera otra razón.
Es cierto, en ese sentido, que hay cierto tono de inconformidad actualmente
entre los acapulqueños hacia los operadores de Morena, pero también es verdad
que el proceso de ayuda no ha terminado y hay que prever cómo se sentirán los
electores, cuando en su casa ya tengan agua, luz, enseres nuevos, dinero para
medio reconstruir y regresen a su empleo. La duda es ¿Se logrará esto antes de
la elección en junio de 2024?
De eso depende.
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