Por Julio Zenón Flores
Este domingo 11 de febrero,
la ciudad de Chilpancingo, capital de Guerrero, se despertó con soldados,
uniformados de la Guardia Nacional y policías estatales, apostados en puntos
estratégicos para dar tranquilidad a los operadores del transporte público,
luego de una semana en que no se ha podido restablecer al cien por ciento ese
servicio básico para la población.
La utilización de la fuerza
de las tropas, sin embargo, ha sido limitada al acompañamiento en las rutas que
se consideran más inseguras y están cumpliendo su cometido, por lo cual
seguramente en las próximas horas esa ciudad podrá contar nuevamente con transporte
en su totalidad.
Devolver a los
chilpancinguenses su derecho a disfrutar de sus recorridos para ir a sus
actividades cotidianas, no parece haber sido una tarea fácil para la
gobernadora Evelyn Salgado Pineda y la alcaldesa Norma Otilia Hernández
Martínez, pues si bien el gremio del transporte ha sido desde hace años muy
controvertido e incluso acusado de que una parte importante de sus miembros
actúan como halcones de algunas de las células criminales que operan en las
calles, esta vez todo indica que se mezclaron varios ingredientes confirmando
un cóctel verdaderamente explosivo, que amenaza con convertirse en el modus
operandi en varias ciudades de Guerrero para conseguir diversos objetivos,
pasando por encima de las autoridades establecidas.
Nos referimos claramente a
que los transportistas convertidos en halcones, casi siempre amenazados y no
por gusto, son blanco de las disputas internas de los grupos que se pelean su
control, y que recurren a “calentar la plaza” quemando vehículos o asesinando a
sus operadores, para obligar a las autoridades a convertirse en aliados
involuntarios contra la célula predominante en el área.
A lo anterior, que es más o
menos cotidiano en Chilpancingo, Iguala, Taxco y Acapulco, donde la ineficacia
de la Fiscalia General del Estado les ha dejado crecer por muchos años, se sumó
en esta ocasión el ingrediente político electoral, pues tanto la oposición a
Morena, como los grupos internos de Morena antagónicos a la alcaldesa Norma
Otilia, aprovecharon el momento para potenciar el impacto de las acciones
violentas, actuando como altavoz para evidenciar, no solo a la primera edil
sino también a la gobernadora Evelyn Salgado, para sacar raja política a la
situación, de frente a los comicios que se avecinan el próximo 2 de junio.
En ese cóctel, los
“comunicados” verdaderos y falsos, circularon profusamente en las redes
sociales, siendo también reproducidos por aprendices del nuevo periodismo
“ciudadano” que de manera ingenua trataban de ganar la primicia, generando un
ambiente de terror entre la población, la cual optó, en las primeras horas por
no salir a sus actividades para no exponerse, aunque en la medida en que el
gobierno estatal entendió la estrategia y tomó las medidas adecuadas, los
ciudadanos se dieron cuenta de que era una treta para exagerar la situación.
Sin duda la gobernadora
Evelyn Salgado, como coordinadora de a Mesa de Seguridad estatal, advirtió de
lo que se trataba y ordenó realizar acciones quirúrgicas que funcionaron bien;
pues se detuvo a 14 personas involucradas en la asonada, mismos que fueron
puestos a disposición del Ministerio Público, mientras al mismo tiempo se
colocaron fuerzas policiacas y castrenses en lugres estratégicos para controlar
reacciones de las bases del CO, logrando someter a control la situación, sin
mayor derramamiento de sangre.
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