Por Julio Zenón Flores
Un hecho que
se debe leer con mucha atención es que esta mañana de lunes Chilpancingo
amaneció en calma, sus tiendas y mercados abiertos y los servicios operando de
manera normal, cuando la expectativa era una muy diferente, luego de que el
estudiante Yanqui Gómez Peralta, muriera tras ser baleado por policías
estatales, en hechos no totalmente esclarecidos.
La escena de
la vida normal en la capital del estado tiene como origen el diálogo conseguido
por el equipo del gobierno del estado, ayer mismo, sobre un puente peatonal que
se esperaba fuera bloqueado por los compañeros y familiares de la víctima.
Tenemos que
reconocer que, aunque el tema no está resuelto, esta vez la actuación de la
parte política del gabinete, encabezada por el secretario de Gobierno, Ludwig
Reinoso y el director de Gobernación, fue rápida y hasta osada, al informar
oportunamente la relatoría de los hechos durante los disparos y tomar la
iniciativa de buscar el diálogo interceptando a los manifestantes, en un punto
que no parecía cómodo y sin embargo, funcionó, para tranquilidad de los
chilpancinguenses.
Aunque en
otros momentos se ha buscado poner sobre la mesa el diálogo, no se había
logrado, al menos no se había visto un resultado tan palpable en un momento tan
delicado para los pacíficos ciudadanos, que, por cierto, también alberga
algunos sectores que no se quedan callados y ya amenazaban con confrontarse con
los estudiantes.
A partir de ese diálogo y su resultado, la
sociedad espera que la gobernadora siga avanzando con su política de diálogo y
atención a las demandas de este y de otros grupos, para frenar las manifestaciones
violentas sin recurrir al uso institucional de la fuerza.
Hay que
esperar también prudencia de todos los sectores, tanto de los normalistas que
deben entender que su formas de lucha radicalizadas hasta la violencia, carecen
de un respaldo social, sobre todo cuando los gobiernos de ahora, tanto en el
estado como en el país, provienen de la lucha similar a la de ellos, es decir,
de los opositores al viejo sistema que castigaba y reprimía cualquier movimiento
social que pusiera en duda su dominio sobre la sociedad.
Morena, y
como parte de ese partido tanto Andrés Manuel López Obrador, como Evelyn
Salgado, arribó al poder con el respaldo de millones de ciudadanos, que
precisamente se rebelaron al viejo sistema y en ese sentido hay una similitud,
en el fondo de la lucha de los estudiantes de Ayotzinapa. Por eso los métodos
violentos de protesta pierden respaldo social y eso debe darles un indicio de
que es hora de continuar por otra ruta.
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