Por Julio Zenón Flores
Guerrero, una entidad con
rezagos históricos que la han sumido en lo que el exgobernador José Francisco
Ruiz Massieu denominó “el cabús del desarrollo”, y con recursos insuficientes,
ha obligado a la mayoría de los gobernantes a “administrar” los conflictos y
ejercer la realpolitik con astucia para navegar las turbulentas aguas
guerrerenses.
Para la joven política de
Iguala, no ha sido diferente, aunque sin duda, mucho más complicado para
alguien que, antes de gobernar el estado, no había ocupado cargos como
regidora, síndica, diputada, alcaldesa o algún puesto gubernamental de primer
nivel.
En este contexto, ha sido
una proeza que, pese a todo, después de la primera mitad de su mandato, se
pueda afirmar con certeza: Tenemos gobernadora.
Salgado Pineda ha demostrado
voluntad, capacidad y entereza frente a los conflictos que ha enfrentado
personalmente. En lugar de evadirlos o encerrarse en su palacio de gobierno, la
hemos visto confrontarlos, a veces con audacia, como cuando se introdujo entre
los maestros de la CETEG que ocupaban la oficina de Finanzas para dialogar
directamente, o cuando, ante la hoguera creada por el asesinato de un
estudiante de la ingobernable Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa a
manos de un policía estatal, se reunió con la directiva estudiantil y con la
madre de la víctima. Ambas acciones, aunque políticamente incorrectas,
resultaron efectivas.
El valor con que ha
enfrentado los problemas estatales le ha ganado el aprecio del presidente de la
república, Andrés Manuel López Obrador, quien en público le ha reconocido:
“Tienen una gobernadora muy buena”, ha dicho en más de una ocasión, y ha pasado
de las frases de halago al respaldo político y económico, evitando así que
Guerrero estalle.
Gracias a esto, Guerrero ha
podido continuar su curso con cierta normalidad: las instituciones educativas
funcionan, las dependencias gubernamentales operan, los gobiernos municipales
trabajan, el poder legislativo sesiona con normalidad, el poder judicial tiene
garantizados sus espacios, el turismo sigue llegando a los destinos estatales,
y eventos importantes como el Tianguis Turístico de México, el Abierto Mexicano
de Tenis, los cruceros turísticos, convenciones e inversiones continúan. La
costa grande sigue produciendo mango y aguacate, la costa chica Jamaica, las
minas explotan los yacimientos, el mezcal ha avanzado en presencia mundial, las
autopistas y carreteras estatales están transitables y la gobernadora mantiene
un diálogo claro con los agentes políticos, económicos y sociales más
relevantes.
Todo esto se define como
GOBERNABILIDAD.
Es cierto que hay problemas,
especialmente intensos durante el actual periodo electoral, donde todos los
partidos de oposición tienden a culpar al gobernante en turno de todos los
males, y las expresiones del propio partido que la llevó al poder buscan aprovechar
la situación para escalar posiciones.
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