No dejemos que el proceso electoral nos haga olvidar que en democracia debe predominar el diálogo, la deliberación pública, la construcción de acuerdos y la representación efectiva de los intereses ciudadanos. Los ataques personales, las calumnias, las aseveraciones sin fundamento y la mentira envilecen la labor política y merman la calidad de nuestra democracia.
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