Por JULIO ZENON Flores
El affaire de la candidatura de Mario Moreno Arcos y su
previsible cancelación por el INE, luego de la impugnación por parte de
activistas de la negritud o, como le llaman los intelectuales, de la afromexicanidad,
deja algunas reflexiones.
Una de ellas tiene que ver conque el partido, MC y su
supuesto amigo, Héctor Astudillo Flores, lo hayan dejado solo en su defensa
ante las autoridades electorales y que no haya sido sino hasta después de la
resolución de la sala regional del Tribunal Electoral Federal y la sentencia del
INE que dejó sin candidatura a Mario, con un plazo de 48 horas al partido para
que actuara en consecuencia y buscar resolver el berenjenal en que lo metieron
al registrarlo por esa acción afirmativa, cuando el ex gobernador se mostrara
muy solícito y actuara hasta como vocero, al salir a declarar que Mario seguía
siendo candidato, como para reafirmar su apoyo y afecto por el ex candidato a
gobernador.
Y la reflexión tiene que ver con eso, por las revelaciones
que se han ventilado en los pasillos políticos, de que la astudillista Gabriela
Bernal Reséndiz, acudió a las oficinas del INE a cabildear fuertemente, con
todo el respaldo de Astudillo, llevando, incluso a sus hijas y a su señora
madre, para hablar con las consejeras para convencerlas de que ella si debería
de conservar la candidatura, cosa que es válida, pues a nadie se le puede criticar
por cabildear en busca de que su causa sea aprobada, pero dejando que Mario
Moreno se rascara con sus uñas, es decir, que en lugar de abogar por los dos,
ella sólo fue y llevó testimonios suficientes, para defender su propia
candidatura, sin importar lo que pasara con el propietario de la fórmula.
Claro que, no solo llama la atención desde el punto de vista
de lo que pareciera un acto de egoísmo para salvar el pellejo propio, aunque al
otro se lo cargue el payaso, sino que como dice el dicho “piensa mal y
acertarás”.
Y es que resulta que si Gaby Bernal pudo demostrar su
autoadscripción como afrodescendiente y Mario no, a él le retirarían la candidatura
y al mantenerse la de ella, pues una salida lógica y viable sería que ella
asumiera como propietaria. De esa manera, de un “golpe de suerte”, Héctor
Astudillo tendría una senadora, ya que ella, a diferencia de Mario, sí es
astudillista, es decir, sí hace equipo con él, sí lo ve como dirigente o jefe
político, mientras que Mario es un aliado; un aliado que sabe, y que no olvida,
que el exgobernador le negó el apoyo cuando Moreno fue candidato a gobernador y
que pudo haberle ganado a la actual mandataria Evelyn Salgado, porque sólo
faltó ese pequeño empujón del entonces gobernador.
De esa manera, surgen incluso más sospechas acerca del
origen de las impugnaciones, a priori cargadas a la culpa del enemigo común,
Manuel Añorve Baños.
El caso es que la solución al affaire de Mario Moreno, en el
sentido de que el partido MC mueva la candidatura de acción afirmativa a otro
lado del país, y deje a Mario como candidato “normal”, en realidad no le
beneficia, pues parece muy poco probable que realmente el partido casi
desconocido en Guerrero supere su 2 o 3 por ciento, con el empuje del
chilpancingueño y crezca tanto que rebase el 20 por ciento que trae el
candidato de la coalición PRI, PAN y PRD, que además tiene a la mayoría de los
alcaldes del estado trabajando para ellos.
El resultado, pues, parece, si MC lo deja como candidato,
pero sin acción afirmativa, apunta en el sentido de que Mario tendrá su
candidatura, pero no será senador, mientras que por la acción afirmativa su
senaduría era segura, sin importar el lugar en que quedara en la competencia, pues
es obligación de los partidos meter a su bancada al menos a un representante de
ese grupo de población.
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