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Claudia Sheinbaum: Símbolo del Empoderamiento Femenino en México

Por Julio Zenón Flores Salgado
De Claudia Sheinbaum, ahora que ya es presidenta electa, se pueden decir muchas cosas; desde que viene de las izquierdas de la UNAM, que fue cercana a un núcleo de teorizantes que editaban la revista Punto Crítico, la cual inspiraba a sus lectores, pero sobre todo, les daba un marco conceptual a sus acciones de rebeldía, e incluso una justificación a quienes rectificaban el camino de la guerrilla urbana y rural y que, sin embargo, no era un cuadro destacado. Era lo que se podría llamar "una simpa".
Que su relación con Carlos Imaz y Martí Batres la acercó con los principales teóricos de la época, muchos de ellos de clase media o "pequebu", que gustaban vestirse para parecer auténticos revolucionarios, pero también a auténticos líderes, como resultaron ser Heberto Castillo, Cuauhtémoc Cárdenas y el propio Andrés Manuel López Obrador.
Lo peor que se puede decir de ella no es que haya ganado gracias a la inequidad de una contienda en la que tuvo el respaldo del mayor poder nacional, que la pontificaba todos los días, de lunes a viernes y cuando se podía también sábados y domingos, mientras hacía añicos la reputación de la única candidata contraria o que le cambiaron a la presidenta del INE para que ésta pudiera sustituir a miles de trabajadores de campo antiguos por nuevos cercanos al morenismo.
Hay algo que sí lastima o hubiera lastimado más si alguien lo hubiese dicho: que su candidatura no era por ser mujer, sino simplemente por el dedo santo de quien tenía que decidir, porque decirlo sería una obra mayúscula de machismo y sin duda una terrible agresión en razón de género.
Pero por encima de todo eso, hay algo que no se puede soslayar y que hay que decirlo con toda la fuerza de los pulmones: es el símbolo del empoderamiento de la mujer en México, que la frase de que con ella llegan todas es más que una simple falacia usada para atraer votos, es una realidad dura y madura, porque con ella efectivamente se empodera en definitiva la mujer mexicana.
Y es que, en edad del desarrollo de la humanidad, apenas fue ayer, unos 50 años, que la mujer mexicana pudo tener derecho al voto, tuvo acceso a la educación, llevó a las leyes sus deseos de equidad, y ahora… una de ellas es presidenta de la república.
Ver a Claudia en la presidencia de la república, significa para las mexicanas que cualquiera puede salir de su situación actual, que las mujeres de casa, las sumisas, tienen la posibilidad, el derecho, la categoría legal para ser libres, que las militantes de los partidos políticos ya no pueden conformarse con ser las compas de, las esposas, las hijas, las amantes de, las secretarias de actas, las encargadas de la juventud o de los asuntos de la mujer, sino que ahora es claro que ellas tienen tanto derecho como los hombres a todas las candidaturas habidas y por haber.
Se llenaron de poder.
Claudia, con su asunción a la presidencia mexicana, cambia todo en la cosmogonía del mexicano. Se vuelve la aspiración y la inspiración misma.
Por eso, realmente, Claudia es hoy ya el ejemplo a seguir de todas las mexicanas, todas pueden ser presidentas.
Ella es todas.

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