(De Otis a John)
Por Julio Zenón Flores
Los huracanes Otis y John, que devastaron Acapulco en dos
fechas distintas dentro de un mismo año, podrían quedar en la memoria colectiva
como el Taro, aquel ciclón que sepultó pueblos enteros. Sin embargo, lo que no
puede quedar como una simple anécdota es la responsabilidad de quienes tomaron
decisiones erróneas, causando pérdidas millonarias y la trágica muerte y
desaparición de decenas de personas.
John expuso las malas decisiones impulsadas por la codicia
de quienes gobernaron Guerrero y Acapulco en el pasado. Modificaron leyes y
reglamentos para vender tierras destinadas a construcciones peligrosas desde su
origen. Alcaldes, regidores, síndicos y al menos un gobernador no han sido
juzgados por vender como paraíso tierras que en el Acapulco Diamante eran en
realidad un infierno.
¿No fue en la zona Diamante donde Otis causó los mayores
daños materiales? Ahí se descubrió que no solo se construyó en manglares que
nunca debieron usarse, sino que se estafó a los compradores vendiéndoles
edificios de papel.
¿No fue también en la zona Diamante donde John causó los
mayores estragos? Quedó claro que esas tierras no debieron fraccionarse de la
manera en que se hizo.
¿Cuántos responsables han sido castigados hasta ahora? Salvo
la disculpa pública y digna del exalcalde Alberto López Rosas, no tenemos más
noticias al respecto.
Los acapulqueños siguen esperando justicia. El castigo debe
llegar tanto para los alcaldes como para ese gobernador que creó su mina de oro
a costa de la fortuna de miles de estafados. Al tiempo.
EL OTRO LADO DE LA MONEDA
Sin embargo, tanto Otis como John han permitido que aflore
lo mejor del puerto y del estado: la solidaridad infinita y paciente de quienes
vienen una y otra vez a ayudarnos, y el inesperado liderazgo de dos mujeres que
han conducido los esfuerzos preventivos y de mitigación ante la inusitada
fuerza de la naturaleza.
La gobernadora Evelyn Salgado Pineda no ha dejado de
sorprendernos. Desde los primeros avisos, se puso al frente de los trabajos de
Protección Civil, dirigidos por el ingeniero Roberto Matus. Muy diferente a
aquel que fue sorprendido bebiendo alcohol un 15 de septiembre con casi todos
los representantes de la clase política de la entidad, mientras dos ciclones
destruían Acapulco, Salgado Pineda se calzó las botas y se instaló en un
campamento en Acapulco, junto a la coordinadora Nacional de Protección Civil,
Laura Velázquez, cara visible del gobierno del presidente Andrés Manuel López
Obrador.
Llegaron las tropas y los planes de contingencia: PLAN
DN-III de la Sedena, Plan Marina de la Semar y Plan GNA de la Guardia Nacional.
Pero todas tuvieron una comandante al frente del Consejo Estatal de Protección
Civil en sesión permanente: la gobernadora Evelyn, quien no solo supervisó las
medidas de contención y rescate, sino también confortó a los damnificados en
los refugios y gestionó medidas de mitigación como los pases libres en la
autopista, los traslados humanitarios y la información de los refugiados para
que sus familias supieran que estaban sanos.
En ese sentido, tampoco se puede dejar de mencionar a la
alcaldesa de Acapulco, Abelina López Rodríguez, a quien la propia gobernadora
agradeció su colaboración en un evento público. Ella demostró que no es de las
que se quedan cruzadas de brazos ante la adversidad y cumplió con sus
responsabilidades, a pesar de contar con recursos infinitamente menores a los
del Estado y la Federación. Sin amilanarse, recorrió colonias y calles, y
motivó a sus funcionarios a darlo todo en las tareas de rescate.
Nada ha acabado aún. Las lluvias continúan. Hoy mismo se
abaten sobre algunas partes de Guerrero y aún hay caminos que abrir, lodo que
sacar y familias que rescatar.
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