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AYOTZINAPA Y 19 DE SEPTIEMBRE, TEMBLOR EN LAS ALTURAS


Por Julio Zenón Flores

El nerviosismo se podía palpar este jueves 19 de septiembre en el estado de Guerrero, tanto en las autoridades estatales como entre la población.

Y es que se mezclaron dos ingredientes que pondría los pelos de punta a cualquiera, por más valiente que se diga: 1) La población ha sufrido dos sismos el mismo día, el 19 de septiembre, uno en 1985 y otro en 2017, que aunque de diferente magnitud, causaron daños y sembraron el pánico, rompiendo con cierta teoría de que era poco probable que se registraran dos sismos en el mismo lugar en la misma fecha, y 2) La presencia en la capital guerrerense de alumnos de las normales rurales de todo el país, para conmemorar una década de lucha por la presentación con vida de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, que alguien se llevó en un 26 de septiembre de 2014.

El tema del temblor es más bien una referencia lateral que condimenta el nerviosismo de la gente y su superstición de que en la misma fecha pudiera ocurrir otro sismo, por lo cual sería conveniente dormir vestido y con los zapatos puestos. Pareciera más bien una obligación, participar en un simulacro nacional, en el Día Nacional de Protección Civil, un mero trámite; fingir que tiembla, que hay heridos, que hay capacidad para evacuar y atender heridos. El parte tenía que ser “sin novedad”.

El otro tema, sin embargo, no es un mero trámite, ni lateral, ni burocrático, ni se puede concluir con un frío “sin novedad”. La primera década de la desaparición en Iguala, de 43 estudiantes, no se puede fingir, ni los daños ni la capacidad para resolver. Es un problema real y profundo que duele y que sí genera un temblor real, tanto en las estructuras de gobierno como entre la población. Tan fuerte es el sismo social que genera Ayotzinapa que derrumbó un gobernador y a dos partidos políticos del poder: el PRI y el PRD, que no pudieron siquiera explicar lo que ocurrió aquella noche negra de Iguala y en medio de su silencio, quizás obligado, perdieron la gubernatura de Guerrero, uno, y la presidencia de la república el otro.

La FECSUM, en una década de búsqueda sin resultados, es una papa caliente para la gobernadora Evelyn Salgado Pineda. 

No se le puede escatimar a la mandataria que está actuando con inteligencia, al ofrecer una recompensa de 10 millones de pesos, a quien proporcione información para localizar a los 43, y emprenda una nueva búsqueda denominada “hasta encontrarlos”, para mostrar la voluntad política; que no está cruzada de brazos y que está incluso rebasando por la izquierda a su jefe político el presidente Andrés Manuel López Obrador, que muy poca voluntad puso, que se vio remilgoso hasta para recibir a los padres, que les quiso imponer hasta el cambio de abogado y que se va, sin cumplir ese acto de elemental justicia, que prometió al llegar y, no obstante, parece insuficiente para frenar lo que se espera no se salga de control y no pase de vandalizar algunos edificios y oficinas públicas, cuyo costo de reparación es mucho más barato que cualquier vida humana.

El tema de la desaparición, que rebasa con mucho a la gobernadora, es el quién los desapareció. Si fue o no el Ejército, dado que había incluso un soldado infiltrado que sabía todos los movimientos de los estudiantes; si fue o no el crimen organizado, por aquel famoso quinto camión que llevaría goma de opio hasta Chicago, en lo que estarían implicados los casi desaparecidos “Guerreros Unidos” o, si fue una decisión tomada al más alto nivel para desestabilizar al gobierno del PRD, ya que al gobierno federal lo encabezaba el PRI y el siguiente año, 2015, habría elecciones, con un Ángel Aguirre Rivero sumamente fortalecido, que aseguraba otro sexenio para ese partido que ahora se debate sin registro, abriéndole el camino al priista Héctor Astudillo Flores.

Esas son las principales incógnitas, la otra, elemental es si están vivos o no.

Hemos escuchado con frecuencia que estarían muertos, que los padres ya solo luchan por saber en donde estarían los restos para ponerles veladoras, y saber dónde ir a honrar su memoria.

Puede ser, pero no necesariamente tiene que ser así. Por un lado, en Sudamérica hay testimonios de desapariciones durante las guerras sucias que tardaron décadas en aparecer con vida. Hay también información, en varios estados, entre ellos Guerrero, Sinaloa y Chiapas, de que los grupos del crimen organizado son capaces de privar de su libertad a grupos numerosos de personas, camiones completos de pasajeros, y mantenerlos trabajando como una especie de esclavos, por el tiempo que se les antoje. En Tierra Caliente, por ejemplo, es común que esos grupos se lleven a jóvenes y los tengan una semana o dos trabajando en sus sembradíos ilegales. Por eso debiera descartarse la idea de buscar restos y poner más énfasis en buscarlos vivos.

Eso mismo hace creer en la posibilidad de que la protesta de este mes en Guerrero se salga de control, esa es la preocupación de la gobernadora Evelyn Salgado y por eso está mostrando las dos caras de su gobierno ante el tema: la voluntad de buscarlos, mientras por el otro muestra que aumenta la preparación de los policías estatales, con más equipo y capacitación, de proximidad, le llaman, respetuosa de los derechos humanos, con protocolos estrictos, pero a fin de cuentas policías que deberán garantizar que ningún ciudadano de a pie salga afectado con las manifestaciones de los normalistas, que como se sabe no se les puede pedir tranquilidad ni silencio.

La gobernadora, en este contexto, debe tener claro que, si se salen de control los hechos, su gobierno también podría correr un grave riesgo.

Vaya papa caliente que le heredaron Ángel Aguirre, Héctor Astudillo, Peña Nieto y López Obrador.

Esperamos que todo salga bien.


xxx Editado por JULIO ZENÓN FLORES SALGADO.- Comunicólogo, especializado en periodismo político www.facebook.com/trasfondoinformativo, Youtube@JulioZenonFlores, Twitter@trasfondoin, e mal: zenon71@hotmail, Whatsapp 7441054888

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