José Antonio Rivera Rosales
El jueves 24 una formidable fuerza armada irrumpió en el municipio de Tecpan de Galeana, donde le disparó a todo lo que se movía.
Esa formación irregular estaba integrada por 18 o más vehículos, algunos protegidos con blindaje artesanal, en los que se trasladaban un centenar de hombres equipados con fornituras, municiones, granadas y fusiles AK y Barret –estos últimos capaces de perforar blindajes-.
Un dia antes de la incursión, en redes circuló un video en el que esos mismos sujetos amenazan a diferentes personas, incluyendo a la misma alcaldesa Alba Soberranis, a quien demandaron la renuncia al cargo. En el video se percibe claramente que los vehículos, pintados todos en negro, ostentan las siglas GNG.
Cuando ingresaron a la cabecera lo primero que hicieron fue disparar contra una patrulla de la Policia Municipal, dando muerte a dos uniformados. Previamente colocaron grandes rocas sobre la carretera a la altura de Coyuca para bloquear el tránsito de las fuerzas federales, en lo que pensaron que sería una operación relativamente fácil: acabar con su principal objetivo, el grupo de los Granados.
Creyéndose imbatibles, los agresores continuaron con sus incursiones tanto en la cabecera municipal como en las inmediaciones de la sierra, pero cometieron un error: atacaron al Ejército.
Según informaciones de fuentes oficiales, los atacantes abrieron fuego contra dos bases de operaciones del Ejército Mexicano instaladas en las afueras de Tecpan, lo que desató una respuesta contundente de las tropas regulares.
Tras un fuerte enfrentamiento en una base de operaciones del Batallón 109 de Infantería, desde luego que el entrenamiento militar se impuso: el resultado fue de 16 muertos de los agresores. Ese jueves 24 hubo en total 19 muertos, entre ellos los dos municipales abatidos.
El sabado 26 los choques armados se extendieron al vecinos municipio de Atoyac, donde fueron encontrados otros 7 hombres asesinados. Para el domingo 27, fueron cinco los ejecutados a tiros en el mismo municipio. Un día después otros cinco muertos fueron reportados por lugareños en un paraje del municipio de Tecpan.
Pero el temor resultante no fue privativo de Tecpan: se extendió por los municipios de Atoyac, San Jerónimo y Coyuca, donde la población se refugió en sus casas por miedo a un mal encuentro. Fueron, de hecho, cuatro días de terror en esas jurisdicciones en las que la población suspendió sus actividades cotidianas: ni clases, ni transporte público, ni comercio funcionaron.
Todavía este lunes pasado se escucharon algunos tiroteos esporádicos en los municipios aledaños como Atoyac y San Jerónimo, con el consecuente temor de la población civil. La situación fue tan tensa que los alcaldes de los municipios involucrados llamaron a los pobladores a resguardarse en sus domicilios.
Tras las investigaciones de rigor, las autoridades descubrieron que la fuerza de incursión estaba integrada en su mayor parte por centroamericanos -guatemaltecos sobre todo, aunque también de otras nacionalidades-, que fueron contratados por algún grupo armados local para “limpiar” la región de otros grupos delictivos, principalmente de los Granados, formación jefaturada por Salvador Granados Vargas.
En el combate a esa fuerza irregular participaron efectivos del Ejército Mexicano, de la Guardia Nacional, de la Infantería de Marina, Policía del Estado -a quien le causaron la muerte de uno de sus coordinadores- y de la Fiscalía General del Estado (FGE), a la que corresponde esclarecer los acontecimientos. Algunos de los guatemaltecos detenidos fueron consignados ante la Fiscalía General de la República (FGR) por la comisión de delitos federales.
Aunque no existe todavía un reporte final sobre los hechos delictivos, el resultado de la operación de esta formación fue de más de 35 muertos y una treintena de detenidos a los que se abrió procedimiento penal. En la operación militar se decomisaron decenas de fusiles, granadas y fornituras, además del desmantelamiento de un campamento ubicado en el poblado de Platanillo, municipio de Coyuca de Benítez, y detenciones logradas en un taller donde se armaban los blindajes artesanales, en el mismo municipio.
En todo este contexto surge un indicio preocupante: se trataría de un escalamiento de la violencia criminal que, de ser un conflicto entre dos grupos delictivos, pasó a generar una psicosis colectiva entre la población civil. Estamos ante un fenómeno muy cercano al terrorismo.
La situación sorprende y preocupa sobe todo si es verdad la especie que circula de que entre los centroamericanos hay kaibiles, una fuerza de élite del ejército guatemalteco que en la década de los ochenta fue conocida por su crueldad con la población civil de aquel país. que por ese entonces padecía una guerra civil.
¿Pero cómo surgió esta formación beligerante que puso en jaque a todas las fuerzas de seguridad en la Costa Grande? ¿De dónde surgieron tantas armas de guerra?
Entre las formaciones criminales sólo hay una que ha mantenido una constante expansión: la Familia Michoacana. Esto signifcaría que ese núcleo criminal podría estar tras la formación de un grupo de combatientes con probable experiencia militar, capaz de hacer frente al grupo que mantiene el control en la Costa Grande, así como repeler la reacción de las fuerzas de seguridad.
Claro que hubo un hilo conductor, que al parecer fueron unos delincuentes de apellido Rodríguez, originarios de San Luis La Loma, que desde hace años mantienen una confrontación con los Granados.
Pero la embestida les salió mal tanto por la reacción de los militares -que era obligada, claro- como del propio grupo de los Granados, que al parecer ya los estaban esperando y por ende, se pertrecharon en su región, donde ofrecieron una feroz resistencia.
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Editado por JULIO ZENÓN FLORES SALGADO.- Comunicólogo, especializado en periodismo político
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