Por: Guadalupe Rodríguez López
Por algunos años me consideré promotora
cultural del Estado de Guerrero; y hablaré desde mi perspectiva después de catorce
años de este quehacer cultural. Quien conoce el estado de Guerrero sabe que no
existe algo más complejo que explicar la cultura guerrerense. Porque en
Guerrero no somos ni vivimos iguales. O ¿creen acaso que solo existe una identidad
guerrerense?
Bueno, el estado de Guerrero dividido en
regiones tiene en esa segmentación ya una complejidad. Mencionaré solo tres aspectos
que ustedes analizarán para generar su propia opinión. Primero; la ubicación
geográfica con distancias por tierra que pueden llevar hasta ocho horas o más
de costa a costa, o seis horas o más de Acapulco a la Tierra Caliente. En
segundo; el nivel socioeconómico que básicamente tiene tres categorías:
Alto, Medio, y Bajo, Mientras
que hay regiones o municipios sumamente pobres algunos se mantienen en los
límites del nivel medio y sólo algunas familias distribuidas en todo el estado
puede decirse que viven en el nivel más alto. Y tercero: la idiosincrasia que
se relaciona con usos y costumbres (no como forma de gobierno sino a nivel
cultural y educativo formal y no formal). Entonces si somos tan diferentes y
lejanos entre nosotros ¿es posible promover la cultura de Guerrero? ¿Cómo? Y ¿Para
qué?
Aunque algunas regiones compartan
simbolismos, tengan una historia común, o sean económicamente dependientes una
con otra; no se han desarrollado a la par. La identidad cultural de Guerrero, dicen
los promotores culturales oficialistas; tiene diversidad étnica y folclor y eso
es lo que hay que promover sobretodo como un valor turístico. Porque “Guerrero
tiene mucho que ofrecer al mundo” Entonces, ¿es más importante como política
pública ser o parecer?
Para
Rodolfo Stavenhagen sociólogo y antropólogo defensor de los
derechos humanos de los pueblos indígenas “El folclor se transforma en un
conjunto de símbolos manipulados para fines ideológicos; el arte popular se
comercializa y se utiliza como elemento de una política económica de
exportación o de atracción para el turismo extranjero, con el objeto de
generar divisas”
Lo que destaca es que el sector
público y sus acciones se orientan a entender la cultura popular bajo el
modelo neoliberal y capitalista de folklorizar y aculturar los bienes
simbólicos tradicionales con la idea de ofrecerlos a todos como una
mercancía, con la lógica de mercado. Entonces es importante la recreación y
la representación. Por encima del fomento o el impulso a las comunidades
originarias.
La comercialización de bienes
y/o servicios relacionados con el pasado indígena, ha ido de la mano del
turismo sobre todo en algunas regiones de México. De ahí derivan estudios
relacionados con el patrimonio, que proponen una visión de la cultura popular
que se enfoca en el sentido utilitario y/o religioso de productos que se
derivan de ella; un ejemplo son las artesanías. Los visitantes buscan piezas
artesanales identitarias para adquirir en sus visitas turisticas, siendo una
importante fuente de ingreso para muchos artesanos y una alternativa al campo
para las comunidades indígenas.
Nestor Garcia Canclini en muchas
de sus obras menciona estas dos visiones de la cultura popular la primera a
partir de sus manifestaciones y el sentido romántico que imagina a las
comunidades puras, sin contacto con el desarrollo capitalista y otra que la
considera como estrategia de mercado que valora la ganancia de productos
populares, no así a quien lo elabora o como lo que ve el turismo; como un
espectáculo donde fotografiarse. Sin embargo; los procesos culturales como bienes intangibles antes de
ser productos turísticos son procesos sociales y como tal no dejan de
evolucionar. El enfoque turístico mercadológico deja atrás ese pasado simbólico
que caracteriza estas prácticas y de ahí la importancia de construir nuevas
formas para entender esta cultura popular y privilegiar a las comunidades
locales que si se apropian de ellas.
El fomento y el fortalecimiento
de las practicas que ya realizan los grupos culturales de cada región es
fundamental para que se mantengan vigentes y no solo sean representadas como un
show que ofrecer al mundo en cada temporada vacacional o festival folklorico,
es válido recrear y mostrar pero es más importante mantener las tradiciones vivas. Antes de promover hay que fortalecer. De ahí
la importancia de mantener vigente año tras año
las tradiciones de cada pueblo de Guerrero, para conservar esa herencia cultural
ancestral que tanto se presume como orgullo local y no se pierda en los cambios
generacionales. El apoyo y estímulo a artistas y artesanos guerrerenses no solo
es indispensable sino fundamental, pues son ellos quienes realizan estas practicas
y lo hacen muchas veces con recursos propios, limitados y por la importancia
cultural en sí, sin compensaciones ni pagos adicionales por su labor y a veces como
un simbolo de resistencia. Es urgente en Guerrero que la politica pública se
dirija hacia allá, no avasallando; sino fomentando, impulsando, incentivando y
abriendo espacios que permitan el libre desarrollo cultural de Guerrero como ese estado rico y diverso que prometen las campañas de
promoción turística, pero también
entendiendo que la cultura evoluciona y se transforma diariamente como el ser
mismo.
Cuando Turismo y Cultura se tomen
de la mano, entonces si bienvenidas las campañas de promoción que
buscan diversificar la oferta turística de Guerrero hablando de la “riqueza
cultural” que posee el estado. Porque hoy por hoy el desarrollo social y
económico de Guerrero no tienen a la cultura como eje transversal de la
política pública, ni destacan por su preocupación o inversión social hecha a
los comunidades indígenas o afromexicanas en Guerrero que suman más de 800 mil habitantes
según el último censo del INEGI, se han dejado de hacer festividades, se han
perdido prácticas culturales, no hay censos ni apoyos a creadores después de
los desastres naturales, en fin, aún hay mucho que hacer para fortalecer la
identidad cultural guerrerense mientras tanto; gracias por venir a Guerrero amigos
turistas.
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