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EL BORRACHO TIRADO EN LAS GRADAS




Ahí yace, abrazado al abismo,
con el alma rota y la mirada en el vacío,
un borracho más, olvidado en las gradas,
con la noche tal testigo y la luna como juez.

Su aliento, un soplo de penas destiladas,
sus manos tiemblan, mendigan paz en vano; en el charco de sombras que lo envuelve, el tiempo se detiene, cruel y despiadado.

El sonido de una botella rota lo acompaña,
tal fantasma que arrastra cadenas;
y su cuerpo, frágil barco a la deriva,
naufraga entre las olas de un ayer insalvable entre muros de cemento.

¿Quién eres tú, hombre de piel ajada?
¿Eres el reflejo de un sueño que murió joven, o la promesa truncada de un amor imposible, enterrado bajo el peso de tus fracasos?

Las gradas, frías como su destino,
le ofrecen un consuelo que no redime;
y el cielo, indiferente y sin estrellas,
parece llorar por él con gotas de rocío.

Un niño pasa, curioso, asustado,
se aferra a la mano de su madre prudente;
ella mira al borracho con ojos de juicio,
sin saber que él también fue un hijo querido, ¡juzgar no es buen oficio!...

La vida a veces golpea sin clemencia,
arrancando raíces, quebrando ramas;
y el borracho, tirado en las gradas,
es el retrato vivo de un grito silenciado.

¿Podrá levantarse, redimir sus días?
¿O será devorado por la noche infinita?
En las gradas, su historia sigue escrita,
un poema triste que el mundo esquiva.

Su amigo de siempre.
Un Ser común y silvestre.
John F Bisner Ureña 
"No dejes para mañana lo que puedas escribir y leer hoy".

 Dedicado a un familiar, que luchó arduamente con su enfermedad del alcohólismo.


Texto tomado de redes

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