Por JULIO ZENON Flores
Acapulco, Guerrero, enero de 2025. El puerto que una vez
deslumbró al mundo con su bahía de ensueño y su frenética vida nocturna ahora
está en el ojo del huracán. No de uno meteorológico, aunque el devastador paso
de Otis sigue dejando heridas abiertas, sino de uno político y económico. Con
bombo y platillo, el gobierno federal ha anunciado un ambicioso plan de
reconstrucción: 7 mil millones de pesos para transformar Acapulco en un Centro
Integralmente Planeado (CIP). Suena espectacular en los discursos, pero ¿qué
tan viable es este sueño de renacimiento?
El Plan en Papel
El Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur), conocido
por proyectos como Cancún o Los Cabos, está a la cabeza de este rescate
integral. Según las autoridades, los recursos serán destinados a rehabilitar la
franja turística, desde la zona Diamante hasta Pie de la Cuesta, cubriendo más
de 70 kilómetros.
“No se trata solo de arreglar lo que Otis destruyó, sino de
darle a Acapulco una cara nueva. Accesos a playas renovados, ordenamiento del
uso de suelo y una estrategia económica que integre a todos, desde los
hoteleros hasta las comunidades más marginadas,” declaró en conferencia el
titular de Fonatur.
¿De dónde viene el dinero?
Es aquí donde el discurso empieza a tambalearse. Los
recursos saldrán del presupuesto federal de 2025, aprobado en el Presupuesto de
Egresos de la Federación, con apoyo de la Secretaría de Hacienda. También se
habla de usar fondos para emergencias, como el extinto Fonden, y de posibles
aportaciones estatales o municipales. Sin embargo, el historial de
transparencia en proyectos similares no inspira demasiada confianza.
“Hay auditorías, claro, pero ¿cuántos megaproyectos no
terminan siendo un barril sin fondo?” se cuestionan los críticos.
Los Retos Sobre el Terreno
El plan luce bien en papel, pero la realidad es otra. La
zona turística de Acapulco no solo necesita infraestructura. Las calles que
conectan los barrios populares están en ruinas. Las playas, llenas de basura,
se enfrentan a una erosión imparable. Y las comunidades locales, olvidadas por
años, desconfían de promesas que suenan a reciclaje de viejos proyectos.
“El gobierno habla de accesos a playas, pero ¿qué hay de la
seguridad? Sin orden ni apoyo social, este plan será otro elefante blanco,”
comenta María Elena, residente de Pie de la Cuesta.
Un problema no menor es también la falta de mano de obra calificada, que se ha desplazado, empujada por los vientos huracanados de Otis y las marejadas de John, a otros destinos de playa y que ponen desde ahora en aprietos a la industria turística para poder operar lo que ya se ha estado abriendo de las hospederías, restaurantes, antros y discotecas, estimándose a este momento en 20 mil empleados la carencia actual.
El Renacer de un Sueño
Lo que queda claro es que Acapulco necesita algo más que
dinero. Necesita un compromiso real, coordinación interinstitucional y
transparencia absoluta. Fonatur tiene una misión titánica: devolverle al puerto
su esplendor sin dejar atrás a los miles que lo llaman hogar.
Con 7 mil millones sobre la mesa y una fecha de arranque en
2025, los reflectores están puestos en este proyecto. Acapulco, con su historia
de gloria y decadencia, merece renacer. Pero el reloj corre, y la paciencia de
sus habitantes, como la marea, también tiene límites.
xxx Editado por JULIO ZENÓN FLORES SALGADO.- Comunicólogo, especializado en periodismo político www.facebook.com/trasfondoinformativo, Youtube@JulioZenonFlores, Twitter@trasfondoin, e mal: zenon71@hotmail, Whatsapp 7441054888
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